Las diferentes medidas adoptadas por el BCE, desde que optara por una política monetaria expansiva no convencional y especialmente sus últimas decisiones, están modificando la estructura financiera de la Eurozona, en donde resalta la opción del muy largo plazo en la emisión de bonos soberanos y el incremento de la financiación de las empresas recurriendo a la emisión de deuda corporativa, con lo que ello supone de reducción de la dependencia bancaria.
Básicamente, existe consenso en señalar que estos movimientos coinciden con la inclusión de la deuda corporativa en el programa de compra de activos de BCE, al que se unen unos tipos de interés en mínimos históricos.
En el caso del aumento del vencimiento medio de la deuda europea a muy largo plazo por parte de los tesoros europeos, la medida viene propiciada por los tipos bajos y el aplanamiento de las pendientes de las curvas de tipos soberanos para emitir a dichos plazos. Este aumento del vencimiento tiene una clara excepción en Alemania, que puede explicar la evolución reciente de los diferenciales europeos ya que la mayor oferta de bonos no alemanes a plazos largos habría presionado al alza los tipos de estos bonos.
Por su parte, las medidas del BCE de marzo, ampliando su agresivo programa de compra de activos a deuda corporativa, a partir del segundo semestre del año, ha supuesto que el mercado empiece a acumular sus carteras con activos de deuda corporativa, dado que emitir deuda ahora significa financiarse con tipos bajos y plazos largos.
Las estimaciones realizadas por Analistas Financieros Internacionales cifran el saldo vivo de la deuda corporativa emitida en el último lustro por empresas españolas con grado de inversión en 47.100 millones de euros, el 4,3% del PIB, mientras que en la Eurozona, las estimaciones apuntan a una cifra que supera ampliamente el medio billón de euros.