Podemos: ¿Quién teme al lobo feroz?
Artículos, 16 de junio de 2016
Encuestas, foros, tribunas, paneles, entrevistas… En tiempos electorales aumentan considerablemente las actividades que permiten ampliar el conocimiento sobre lo que los partidos políticos “venden” o bien percibir lo que la sociedad espera de un teórico nuevo gobierno. Nada parece ser suficiente a la hora de acumular información y conocimiento sobre lo que puede ocurrir. No podía ser de otra manera en lo que conocemos como sociedad de la información y del conocimiento.
En este proceso de prospección, una experiencia interesante la ha llevado a cabo la consultora Eurocofin, tratando de explorar lo que dirigentes empresariales y líderes de opinión anónimos entienden que puede ocurrir tras las elecciones del 26 de junio. El ejercicio quizá no tiene valor científico, pero sí ofrece un puñado de conclusiones, consecuencia de la experiencia y percepción de quienes participan en el ejercicio y todo apunta a que el mundo económico ha empezado a interiorizar, sin mayores dramatismos, las consecuencias de un hipotético gobierno de Podemos. Y para ello no han tenido que esperar al programa-catalogo del partido de Iglesias.
Del documento de conclusiones elaborado se concluye una apuesta importante: un hipotético gobierno de izquierdas, liderado por Podemos y sus socios, probablemente tendría más intencionalidad social, ideológica y política que económica, lo cual no significa que no tenga efectos en la marcha de la economía y en determinados sectores productivos.
De los tres tipos de líneas de actuación que se prevén en el caso de que el populismo de Podemos forme gobierno, los circunstanciales analistas consideran que el mayor esfuerzo gubernamental recaería en los que se denominan “programas de ingeniería social” e “ingeniería política” en donde se engloban, entre otras, las políticas de igualdad y de derechos civiles, las reformas educativas, los proceso de laicización del estado y el desarrollo de la llamada memoria histórica, la celebración de un referendo en Cataluña, la reforma de la Constitución, la Ley electoral o los cambios en el modelo territorial.
Por lo que se refiere al programa de “ingeniería del modelo productivo”, los miembros del panel apuestan porque el modelo productivo no cambiaría sustancialmente, aunque el desarrollo económico en determinados sectores se vería afectado por planteamientos ideológicos: es el caso de la modificación de las políticas públicas en relación al sector turístico en Barcelona a la modificación del Plan Chamartín en Madrid.
Al menos, según convienen en apuntar los participantes, habría, en un principio, sectores potenciados como el de las energías renovables y sectores castigados como los grandes desarrollos inmobiliarios fundamentalmente, más por razones ideológicas que económicas. En todo caso, el discurso de las políticas sociales y medioambientales sería uno de los ejes de la política económicas de un hipotético gobierno de Podemos y los sectores productivos que supieran adaptarse a ese nuevo paradigma se beneficiarían económicamente.
Sin descartar eventuales expropiaciones de carácter propagandístico y la creación de alguna nueva figura impositiva, los componentes del Panel confían en que un gobierno de izquierdas sería, a largo plazo, más moderado de lo que plantean sus discursos electorales, dado que España es un importante estado miembro de la Unión Europea, cuya regulación e instituciones condicionarían considerablemente las políticas nacionales.
En el confidencial documento final, se llega a señalar que en Pablo Iglesias pesa más el ejemplo de Felipe Gonzalez de 1982 que el de Hugo Chávez, máxime teniendo en cuenta la experiencia de Tsipras en Grecia, donde las promesas electorales no solo no van a implementarse sino que se van a endurecer las condiciones del ajuste.