En medio de un proceso de cambio de tendencias producido por los últimos y violentos acontecimientos, el próximo jueves 23 de junio, los británicos acudirán a las urnas para responder a la pregunta más importante en esta generación: ¿debería el Reino Unido seguir siendo miembro de la UE o salir de la misma?
Hace apenas dos semanas la respuesta parecía bastante clara, pero en este tiempo, de las 12 encuestas publicadas solo 3 se decantan por la permanencia. Así, por primera vez desde septiembre, la media de encuestas del Financial Times se inclina por el Brexit (48% frente al 43%). El resto de medias de encuestas también favorece a los proexit, con la excepción de la web de ciencia política Number Cruncher Politics y el diario The Independent, que dan una ligera ventaja a la permanencia. A pesar ello, la diferencia entre ambos lados está, en general, dentro del margen de error de las encuestas. Las casas de apuestas confían más en la permanencia, señalando una probabilidad de salida de entre el 36% y el 40%, aunque en los últimos seis meses nunca sobrepasó el 35%.
Que el referéndum este muy abierto está poniendo nervioso a quienes defienden la permanencia, en la medida en que el mensaje sobre el impacto negativo a nivel económico de la salida no está calando en la población como se esperaba, a pesar del consenso entre los economistas y del apoyo del FMI, la OCDE, la OMC y varios think tanks.
El baile de cifras y la posible exageración de las consecuencias -el llamado Proyecto Miedo- no están conectando lo suficiente con el público. Un ejemplo de ello ha sido la afirmación del canciller de Hacienda, Osborne, de que el Brexit supondría subir impuestos y reducir el gasto porque requeriría de un presupuesto de emergencia inmediato para cubrir un agujero fiscal de 30.000 millones de libras. Las palabras del canciller se volvieron contra él, al firmar 65 parlamentarios conservadores una carta diciendo que no apoyarían tal presupuesto. Cameron, por su parte, ha ido en la misma línea al intentar sembrar dudas sobre la sostenibilidad de las pensiones y del sistema público de salud.
A pesar de que la economía es un tema muy importante, no es el único. El colectivo favorable a la salida ha admitido que ésta tendría efectos perjudiciales a muy corto plazo, pero ha centrado el debate en otros temas, en especial la inmigración cuya sensibilidad es elevada, dados los últimos ataques terroristas, la crisis de refugiados, la reciente matanza en Orlando y el asesinato de la parlamentaria laborista, Jo Cox.
Cameron rehúye como puede el tema de la inmigración, pero la pasada semana ha conseguido una pequeña victoria al respaldar la Corte Europea de Justicia la limitación de la exportación de los subsidios por hijo. El ex-premier, Brown, parece haber captado la idea de ofrecer algo más que economía a los votantes, y en un emotivo video en la catedral de Coventry, bombardeada por los nazis, lanza un mensaje de que la UE es un mecanismo para conservar la paz y del liderazgo del Reino Unido dentro ella (lead not leave). Brown también ha intentado movilizar a los votantes laboristas (un 25% de ellos se espera que voten a favor del Brexit) centrándose en los beneficios sociales que ha traído la pertenencia a la UE.
Las últimas actas de la reunión del Bank of England (BoE) reiteran la preocupación por el Brexit, al afirmar que supone el mayor riesgo para el mercado financiero británico y posiblemente global y en esa dirección va el plan de contingencia preparado, con el que se intenta asegurar la liquidez y el acceso a divisas extranjeras
El nerviosismo por el resultado está afectando a los mercados en los últimos días y el aumento de la incertidumbre se ha visto reflejado en una subida de la volatilidad, caídas generalizadas de las bolsas y la huida hacia la renta fija de algunos países. Así, las rentabilidades de los bonos a 10 años de Japón, Alemania y Reino Unido han marcado mínimos históricos, situándose la deuda japonesa y alemana en territorio negativo. A pesar de este sentimiento, la libra solo se ha depreciado levemente, encontrándose contenida en 0,788 GBP/EUR (pero habiendo tocado esta semana el 0,798), lo que indica que no ha habido una salida de capitales del Reino Unido, y que el mercado no cree que el Brexit se vaya a producir. Sin embargo, la volatilidad implícita de la libra se ha disparado, especialmente el contrato a un mes que está en el 27%, al tiempo que los inversores están tomando posiciones a corto en libras.
La igualdad de las encuestas debería tener un efecto llamada a la participación, lo que favorecería la permanencia. Se estima que una participación por debajo del 60% llevaría al Brexit, mientras que por encima del 70% supondría Bremain (en las elecciones generales de mayo de 2015 fue del 66%).