Las empresas españolas continúan su drástico proceso de desendeudamiento
Artículos, 02 de octubre de 2016
El progresivo final de la mejora de la competitividad externa de las empresas por la vía de reducir salarios, la desaceleración del entorno y la previsible amortiguación de factores exógenos, como consecuencia de un petróleo más barato, unos tipos de interés en el 0% y negativos, una compra masiva de deuda pública por parte del BCE, un euro más débil y una casi imposible repetición del récord de turismo extranjero, todos los cuales han estado beneficiando más a España que a otros países del área, son factores que apuntan a una desaceleración de la economía española en 2017 que va a coger a las empresas privadas en una buena situación de endeudamiento, como consecuencia de un proceso de desapalancamiento doloroso que ha permitido un alto grado de convergencia con los países de la Eurozona, hasta el punto de que la deuda de las empresas españolas se situaba a finales de 2015 por debajo de la media de la zona euro (106,4 % del PIB) algo que no sucedía desde 2004.
El proceso ha continuado durante 2016 a pesar de que la teoría dice que, con la situación actual de tipos negativos, se pierde todo incentivo a reducir el nivel de deuda, algo que ha entendido perfectamente el sector público español cuya deuda ha alcanzado niveles de record.
La evolución del endeudamiento de las empresas ha permitido a España mejorar su posición en el ranking europeo en términos de endeudamiento, situándose por encima de países como Alemania, Italia y el Reino Unido, pero por debajo de Francia, Portugal o los Países Bajos, entre otros. Este esfuerzo de las empresas españolas ha ido en paralelo al incremento de sus recursos propios.
Pese a que las empresas, principalmente las grandes, son capaces de obtener financiación a niveles históricamente bajos, el desapalancamiento se ha convertido en una constante en todas sus variantes y así, por ejemplo, grandes empresas como Iberdrola y Repsol se han beneficiado de una modalidad de compra de deuda que el BCE ha puesto en marcha este verano. Estas operaciones han sido las dos únicas colocaciones privadas realizadas dentro del programa de compra de deuda corporativa del BCE.
Pero el proceso de desendeudamiento tiene sus compañías estrella y estas son Telefónica y Repsol, cuyo alto nivel de endeudamiento las ha puesto en el punto de mira de las agencias de rating, lo que les ha obligado a poner en marcha toda una batería de medidas, tendentes a reducir su endeudamiento y a fortalecer su estructura financiera.
Así las cosas, las dos grandes empresas, líderes no solo en facturación sino en endeudamiento, además de exprimir al máximo las posibilidades que ofrece la emisión de híbridos (refinanciar bonos o préstamos tradicionales), se han lanzado a un proceso de desapalancamiento ciertamente reseñable, que tendrá su influencia en sus respectivas cuentas de resultados.
En el caso de Telefónica, tras fracasar la venta de O2 a Hutchinson, la compañía ha decidido vender un 36,4% del capital social de su empresa Telxius, porcentaje que podría ampliar hasta alcanzar el 40% con lo que la teleco española podría ingresar entre 1.090 y 1.365 millones de euros que se destinarían a reducir el nivel de deuda que hoy se sitúa alrededor de los 52.600 millones de euros.
En paralelo, el grupo presidido por Alvarez-Pallete explora la colocación en Bolsa o la venta directa a inversores, antes de que termine el presente año, de un paquete minoritario de su filial británica de móviles O2, sociedad valorada en 13.000 millones de euros, al igual que tiene como objetivo la venta de Telefé, el canal de televisión en abierto, líder de audiencia en el mercado argentino, por el que podría lograr unos 360 millones de euros. Todo sea para contentar a las agencias de rating, ya que estas ventas fortalecerían su balance.
En proceso similar se encuentra Repsol y su necesidad de adaptarse a un contexto de crudo barato, lo que le ha llevado a la venta de un 10% de Gas Natural Fenosa, en la que la petrolera tiene un 30% y que aportará cerca de 2.000 millones, que permitirá acercarse al objetivo marcado en su plan estratégico que fijaba desinversiones por 6.200 millones y una reducción de deuda de 6.500 millones de euros, manteniendo el dividendo para no perjudicar a accionistas de referencia como Caixabank o Sacyr.
Aunque en teoría no hay un nivel óptimo de endeudamiento para una empresa, con independencia del sector al que pertenece o la actividad que desarrolla, lo cierto es que la tendencia a reducir endeudamiento es una política generalizada en la empresa española, lo que le permite aumentar sus fortalezas.
Ahí está el caso de El Corte Inglés que ha acelerado la reducción de su deuda en 1.261 millones hasta los 3.693 millones de euros en un año, gracias al desembarco de un jeque catarí, la venta de algunos activos, como el local de la Puerta del Sol, y la mayor generación de caja, que le ha permitido amortizar pasivo.
Algo similar ocurre con la ACS de Florentino Perez que consiguió cerrar 2015 con una reducción del 29,5% de su deuda neta, a pesar de que la facturación aumentó solo un 0,1%. El desapalancamiento de la constructora continúa y así lo demuestra el hecho de que Cimic, la constructora australiana controlada por Hochtief y ésta a su vez por ACS, ha vendido su participación del 29% en la empresa local de infraestructuras Nextgen por unos 142 millones de euros.
En la misma línea se enmarca la posible venta de Urbaser a la china Tyanying por 2.300 millones de euros que permitiría reducir, aún más, su volumen de deuda financiera, que se situaba en 3.741 millones al cierre del primer semestre.
Y qué no decir de OHL y de la familia Villar Mir, que prosiguen con su estrategia de vender activos para reducir la abultada deuda financiera que atesora y que tras deshacerse de acciones de la inmobiliaria Colonial y de Abertis, y también activos inmobiliarios como Torre Espacio, ahora tiene a la venta la manzana de Canalejas, el complejo hotelero y comercial que se está construyendo junto a la madrileña Puerta del Sol y por el que espera obtener no menos de 300 millones de euros por el 40% de la sociedad.
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- Hibridos.- Se trata de productos que por su naturaleza no pueden clasificarse como de renta fija, ni tampoco de renta variable. De ahí su carácter híbrido, ya que tienen algunos aspectos asimilables a la renta fija y otros aspectos de la renta variable. En definitiva son instrumentos a medio camino entre la deuda y el capital que permiten recaudar fondos sin penalizar la solvencia crediticia o, incluso, mejorándola. Su importancia reside en que computan al 50% como capital para las agencias de ráting, así que solo la mitad se suma a la deuda.