Caixabank se instala en un Portugal económicamente convulso
Artículos, 20 de abril de 2016
El anuncio realizado por el Banco Portugués de Investimento (BPI) de que Santoro Financial (Isabel Dos Santos) y Caixabank habrían llegado a un acuerdo para solventar la situación de bloqueo accionarial en BPI, en la que “la caja” presidida por Faine controla un 44,1%, es una buena noticia para la entidad catalana ya que pone fin a una incertidumbre que se ha prolongado más de un año, aunque hay que tener muy en cuenta el entorno económico en el que se llega a este acuerdo, que pasa por la venta de la participación de Santoro en BPI (18,6%) a Caixabank, para posteriormente sacar a bolsa la participación que BPI mantenía aún en la filial angoleña Banco de Fomento de Angola (BFA), en la que Dos Santos controla un 50,1% y BPI un 49,9%).
El acuerdo alcanzado, en espera del níhil óbstat del BCE y sin que se conozca el resultado de recalcular la oferta, se produce en un momento en que la economía portuguesa atraviesa una situación especialmente complicada, con unas condiciones de riesgo que afectan seriamente a su sistema financiero, como consecuencia de la actuación de su banco central, a finales del pasado año, en relación a NovoBanco y que consistió en que el Banco de Portugal traspasó una serie de emisiones de deuda senior –cerca de 2.000 millones de euros- de la entidad surgida tras la reestructuración de Banco Espirito Santo al “banco malo”, lo que repercutió en el precio final. La decisión fue considerada discriminatoria por buena parte de la comunidad inversora y ha llevado a que un grupo de inversores institucionales, entre los que se encuentran varios de los principales tenedores de deuda portuguesa pública y privada, hayan iniciado acciones legales contra el Banco Central de Portugal.
El hecho de que más del 43% de las tenencias de deuda soberana portuguesa, materializada en valores, esté en manos de no residentes, sin contar las compras del programa de expansión cuantitativa implementado por el BCE, que ascienden a otro 20% del total, pone de manifiesto la trascendencia del problema.
Por otro lado y aunque no hay mal que cien años dure, los últimos indicadores portugueses ponen de manifiesto que la velocidad de recuperación de la actividad ha iniciado una senda de desaceleración y que el débil crecimiento del PIB en último trimestre de de 2015 -tan sólo un 0,2% trimestral- no parece que vaya a superarse durante el primer trimestre de 2016. En este entorno, las previsiones de crecimiento del PIB para 2016 del gobierno portugués, que muestran una aceleración del 1,8% frente al 1,5% de 2015, parecen demasiado optimistas.
El enfrentamiento con Bruselas, muy intenso durante buena parte del año pasado, está nuevamente servido y podría intensificarse de cara a los próximos meses y ejercer presión al alza sobre las rentabilidades exigidas a la deuda portuguesa.