Aurín y Tamames piden que no se toque la gestión del agua por "intereses espurios"
No ocultan su preocupación. Ramón Tamames y Ramiro Aurín temen que los nuevos -y no tan nuevos- partidos políticos modifiquen el modelo de gestión del agua en España. Así lo han dicho en la presentación de su libro 'Gobernanza y gestión del agua: modelos público y privado' (Editorial Profit), celebrada en El Confidencial. “Una cosa que funciona perfectamente, como es el agua, ahora se pone en solfa por intereses espurios en política”, advierte Aurín. Este ingeniero de Caminos por la Universidad Politécnica de Cataluña carga contra los gobiernos “de corte populista” que están planteándose remunicipalizar el servicio, ahora que algunas concesiones están a punto de caducar o ya lo han hecho.
Es el caso de algunos ayuntamientos del área de Barcelona, como Ripollet, donde la concesión expira en 2016. La primera teniente alcalde de Hacienda de esta localidad, Pilar Castillejo, ya dejó claras sus intenciones tras el triunfo de Decidim Ripollet en mayo: “El agua es un bien público y su gestión no puede estar en manos privadas”. Este tipo de declaraciones coincide con el auge de partidos de izquierda alternativa como Podemos. Pero tampoco otros como el PSC hacen ascos a esta medida en ciudades como Terrassa, algo preocupante a ojos de Aurín.
De hecho, la idea de escribir un libro al respecto nace tomando un café en casa del histórico Ramón Tamames, doctor en Derecho y Ciencias Económicas, ingeniero forestal y uno de los firmantes de la Constitución Española de 1978. “Surge al hilo de los populismos que se están poniendo de moda en España: quieren tocar algo sagrado, escaso, que funciona perfectamente y tiene un precio muy por debajo de la media europea” como es el agua. “Si ese es uno de los vértices de la nueva política, esa nueva política no empieza bien”, opina Aurín en una entrevista con este periódico.
“Ya no es un país de burguesía y proletariado”
Tamames pide “no bajar la guardia ante el peligro de la municipalización” que proponen los grupos auspiciados por Podemos, si bien considera que Pablo Iglesias ha moderado su discurso. “Han pasado de una actitud revolucionaria” basada en nacionalizar empresas o no pagar la deuda a otra de centralidad para captar votos, o así lo ve el que una vez fue miembro del Partido Comunista: “A ellos les diría que esto ya no es un país de burguesía y proletariado”.
Lo más grave para Aurín son las intenciones de las fuerzas emergentes pese a que los resultados de las encuestas de satisfacción ciudadana son “muy buenos” y el precio del agua está por debajo de la media. Si en estos cincuenta años de concesiones los usuarios están contentos, el servicio ha funcionado bien y el precio es de los mejores del mercado, ¿qué sentido tiene cambiar la gestión?, cuestiona el autor. “Si no me vas a mejorar el servicio, no me lo toques”.
Agua potable, el sueño de millones de personas
Más de 2.100 millones de personas han conseguido acceso al agua potable en la última década gracias al sistema de saneamiento, algo que la ONU vincula en parte a la gestión público-privada. Es una de las conclusiones de su informe 'Objetivos de Desarrollo del Milenio' (2015). “La colaboración con la empresa privada es un factor fundamental porque está sumando recursos y conocimientos a la causa”, matiza Aurín. Eso sí, Tamames recuerda que aún quedan 2.500 millones de personas que no pueden disfrutar de este derecho básico porque no disponen de sistemas de saneamiento. “Vivimos muy bien en España aunque algunos no se lo crean”, sentencia.
Los autores defienden a capa y espada un régimen de concesiones. “El modelo ideal es el equilibrio entre lo público y lo privado: la primera parte protege los intereses generales y la otra incorpora eficiencia, innovación, tecnología y flexibilidad”, explica Jesús Sánchez Lambás, jurista y autor del prólogo del libro. Está convencido de que las empresas privadas tienen mucho que aportar al sector público en materia de investigación.
Tamames también alaba las bondades del sistema público de concesiones pero admite que puede haber “corrupciones de gestión indebida por intereses particulares de los administradores o de los concesionarios”. Echa en falta un regulador general con un peso equivalente al de la CNMV para las bolsas o la Comisión Nacional de Energía para las eléctricas, si bien aplaude la eficacia de la administración española y las infraestructuras. “Tenemos una red de embalses extraordinaria”.
Agua a precio de saldo
Las autoridades plantean precios a la baja para contentar a los ciudadanos. Con un inconveniente: a veces no se paga lo suficiente para sufragar los costes de mantenimiento o no se realizan nuevas inversiones. Si la tarifa del agua comprendiera todos estos aspectos y fuera más alta, los vecinos responderían con un consumo más racional y más medido porque tomarían conciencia del verdadero valor del agua, señala Tamames. “Lo que no cuesta, no se valora”, lamenta Aurín.
Sánchez Lambás sostiene que nuestro sistema es de los más baratos de Europa gracias a la gestión privada. “Si se retira el modelo que tenemos, habrá un retroceso. ¿Acaso hay innovación tecnológica en la administración pública?”, plantea. Tamames suscribe que la eficiencia va ligada al sector privado y asegura que los servicios de concesiones son un 40% más baratos porque existe competencia: “Las entidades públicas pueden funcionar bien, pero las entidades privadas funcionan todavía mejor”.