India capitaliza la última cumbre del G20 elevando su estatus global

La 18ª cumbre del G20 tuvo lugar en Nueva Delhi los días 9 y 10 de septiembre, presidida por la India, con el tema “Vasudhaiva Kutumbakam”, frase en sánscrito que significa “el mundo es una familia”.

Esta fue una ocasión para que los líderes mundiales trazaran un plan para promover la paz, la seguridad y el desarrollo mundiales. Al hacerlo, los países miembros del G20 mantuvieron discusiones detalladas y emitieron una declaración conjunta que cubre cuestiones importantes, incluida la promoción de un crecimiento fuerte, sostenible, equilibrado e inclusivo; desbloquear el comercio; garantizar vías migratorias bien gestionadas, regulares y basadas en habilidades; promover la inclusión financiera; luchar contra la corrupción; acelerar el progreso hacia los objetivos de desarrollo sostenible; cumplir con el clima y las finanzas sostenibles y revitalizar el multilateralismo.

La mención de estas cuestiones en la Declaración de los Líderes del G20 en Nueva Delhi es significativa de los temas que preocupan en la agenda global.

La inclusión de la Unión Africana en el grupo resultaría además un factor de cambio en la promoción de un orden mundial equitativo. La expansión del G20 contribuirá a reforzar la democratización del orden mundial.

Que ambos temas se solventaran el primer día sorprendió a la mayoría de los analistas, muchos de los cuales predijeron un resumen de la presidencia en lugar de una declaración formal de los líderes.

Como resultado de arduas negociaciones, estas dos decisiones marcaron el tono de las discusiones para que el G20 pudiera realmente responder a las necesidades globales, particularmente de los países en desarrollo.

En una referencia indirecta a China y Rusia, la declaración final del G20 señala que todos los estados deben actuar de manera consistente con los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas en su totalidad; todos los estados deben abstenerse de amenazas o uso de la fuerza para buscar adquisiciones territoriales en contra de la integridad territorial y la soberanía o la independencia política de cualquier estado. El uso o la amenaza del uso de armas nucleares es inaceptable.

Al mismo tiempo, Arabia Saudita, la UE, India, los Emiratos Árabes Unidos, Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos se comprometieron a trabajar juntos para establecer la alianza India-Oriente Medio a través del Corredor Económico Europa (IMEC). Se espera que estimule el desarrollo económico mediante una mayor conectividad e integración económica entre Asia, el Golfo Pérsico y Europa. También indicaría cuán cauteloso es el resto del mundo ante la visión de China de un orden mundial bajo su égida y nuevos impulsos estratégicos para desafiar el proyecto favorito de Xi Jinping, la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

El Build Back Better de EE.UU., el Global Gateway de la UE, la conectividad India-UE y la colaboración I2U2 entre India, Israel, EE.UU. y los Emiratos Árabes Unidos contribuyen a esta nueva propuesta, que es ambiciosa y podría cambiar las reglas de juego si se implementa adecuadamente. Francia también anunció un proyecto de conectividad en toda África.

La participación en estos proyectos cuenta con países BRICS como India, Sudáfrica, así como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, entre otros. Esto también muestra que el desafío para China a través de la construcción de conectividad regional no solo estará en el Indo-Pacífico, donde Japón está tomando la delantera, sino que también ocurrirá en Asia Occidental y Europa, donde China ha logrado avances limitados y ahora enfrenta un momento de mayor complejidad e incluso retroceso.

De las finanzas a la geoeconomía  

El G20 nació a fines de la década de 1990, tras la crisis financiera asiática, como foro para que los países desarrollados y en desarrollo debatieran sobre la estabilidad financiera. En 2008 devino cumbre. La razón fue que la quiebra de Lehman Brothers ese año desencadenó una tormenta en el sector que afectó a todo Occidente y sumió a la economía mundial en la zozobra. ¿Quién podría salvarlo? ¿Quién podría resucitar a la economía mundial? Washington dirigió su atención hacia las economías emergentes. En esa línea, hizo de anfitrión de la primera cumbre del G20 en 2008.

Durante un tiempo, antes de la crisis, las economías emergentes y en desarrollo representaban alrededor del 30% de la economía mundial, pero en 2010, su contribución alcanzó el 70%.

En noviembre de 2008, el G20 pasó de ser una reunión de ministros de Economía a una cumbre y en abril del año siguiente tuvo lugar su segunda edición en Londres. En septiembre del mismo año, en la Declaración de los Líderes en Pittsburgh, la principal conclusión fue lo acertado del mecanismo pues funcionó como resorte institucional adecuado y flexible para recuperar la senda de la estabilidad.

El G20, con solo dos cumbres evitó eficazmente la propagación de la debacle financiera. Cabe reconocer que una de las principales razones fue la presencia y compromiso de las economías emergentes. Se pretendió entonces que el G20 sirviera de foro para fomentar la colaboración entre los países avanzados y sus pares en desarrollo, permitiendo a ambos grupos cooperar y avanzar económicamente en igualdad de condiciones.

Hoy, la geopolítica resulta en tensiones y pugnas por la influencia y el establecimiento de alianzas que interfieren en ese propósito de estabilidad y desarrollo que alumbró el proceso del G20 en sus inicios. Los debates sobre el liderazgo se antojan inevitables; no obstante, no debiera perderse de vista su función original, abogando por avances constructivos que preventivamente alejen la sombra de crisis mayores.

Con este enfoque, la presidencia del G20 ha llevado a la India al centro del escenario mundial como un país importante con una economía sólida, un compromiso con el Sur Global y la capacidad de orientar las prioridades hacia estos objetivos.

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