El más reciente fracaso de las negociaciones políticas en Austria para un gobierno liderado por los conservadores, las elecciones anticipadas en Alemania, la zozobra en Francia, la propia fragilidad en España, etc., advierten cómo la inestabilidad se ha instalado como una característica de la política europea.
La precariedad política de Europa es un fenómeno complejo que abarca aspectos políticos, económicos, sociales y culturales. Estas manifestaciones reflejan tanto tensiones internas en los Estados europeos como desafíos externos que afectan al continente. Entre sus manifestaciones podríamos sistematizar las siguientes principales:
1. Inestabilidad política
Uno de los principales indicadores de inestabilidad en Europa es la fragmentación política y el aumento de movimientos populistas y extremistas. En países como Italia, Francia, España, Portugal o Hungría, partidos de extrema derecha o izquierda han ganado terreno, desafiando los sistemas políticos tradicionales. Estos movimientos se han alimentado del descontento con las políticas de austeridad, la inmigración y la globalización, promoviendo agendas nacionalistas y euroescépticas. El Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea en 2020, simboliza un ejemplo clave de estas tensiones, reflejando la desconexión entre sectores de la población y las instituciones.
2. Crisis económica
La crisis financiera de 2008 y la posterior crisis de la deuda soberana en la Eurozona desencadenaron inestabilidades económicas que aún repercuten en varios países. Estados como Grecia, España y Portugal sufrieron recesiones profundas, altos niveles de desempleo y políticas de austeridad impuestas por organismos internacionales. Estas generaron protestas significativas y una erosión de la confianza en las élites políticas y económicas. Aunque la economía europea ha mostrado signos de recuperación, las disparidades económicas entre los países del norte y del sur persisten, manteniéndose las tensiones.
3. Conflictos sociales
El aumento de la inmigración, especialmente durante la crisis de refugiados de 2015, generó divisiones sociales y políticas significativas. Países como Alemania y Suecia adoptaron políticas de acogida, mientras que otros, como Hungría y Polonia, rechazaron la llegada de refugiados. Este fenómeno exacerbó los debates sobre identidad nacional, multiculturalismo y seguridad, y alimentó el discurso xenófobo en el conjunto de la Unión.
4. Amenazas externas y geopolíticas
Europa también enfrenta desafíos externos que contribuyen a su inestabilidad, como las tensiones con Rusia, especialmente tras la anexión de Crimea en 2014 y la guerra en Ucrania iniciada en 2022. Esto ha generado una crisis de seguridad que ha obligado a los países europeos a reforzar sus capacidades militares y repensar su política energética, dada su dependencia del gas ruso.
Por tanto, las manifestaciones de inestabilidad en Europa son el resultado de una compleja interacción de factores internos y externos. Estas dinámicas subrayan la necesidad de fortalecer la cohesión política y social, mientras se enfrentan desafíos globales de cuya resolución exitosa depende de la viabilidad futura del modelo europeo.
Una hoja de ruta para reaccionar
La hoja de ruta a seguir debe tener en cuenta algunos ámbitos significativos. En primer lugar, la disposición de una agenda que mitigue el creciente descontento con las élites políticas tradicionales y la adopción de un catálogo de acciones que conjure esa percepción cívica de que los gobiernos y las instituciones europeas no abordan adecuadamente los problemas cotidianos de los ciudadanos, como el desempleo, la desigualdad y la seguridad.
En segundo lugar, la mejora de la cohesión económica y social, afrontando el avance de las desigualdades y reafirmando las políticas asociadas a la concepción original del proyecto europeo, con énfasis en la protección de un bienestar adaptado a las condiciones del siglo XXI.
En tercer lugar, afrontando de manera racional las preocupaciones sobre la identidad cultural, promoviendo un diálogo continental que conduzca a la adopción de una política común sobre refugiados y migrantes. Asimismo, esta debiera complementarse con una acción más decidida en los países emisores respecto a los factores estructurales que la impulsan pues de otra forma nunca serán suficientes las políticas de contención.
En cuarto lugar, los cambios estructurales deducidos de problemas como el envejecimiento de la población, el cambio climático y la transición hacia una economía digital también han generado incertidumbre. Estos desafíos estructurales requieren soluciones a largo plazo, pero a menudo su formulación se ve seriamente dilatada o incluso imposibilitada por el agravamiento de las divisiones políticas.
En el orden tecnológico, Europa necesita un significativo impulso pues se está quedando atrás y a merced de otras potencias. La crisis del automóvil es el último botón de muestra, pero otro tanto podríamos decir del nivel de robotización de la manufactura o la lentitud en la reconversión de sectores clave de la economía del siglo XXI.
Abordar estas causas requiere un enfoque coordinado y resiliente. Los líderes europeos tienen en sus manos el futuro de la UE y su papel en un orden internacional en proceso de rápida mutación. Sin un liderazgo claro y unas políticas activas que afronten los principales desafíos, la UE corre un muy serio riesgo de perder significación política en el nuevo orden que se bosqueja ante nuestros ojos.
SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA
Institución de pensamiento e investigación de la interacción entre gobernanza y economía aplicada para avanzar en constructivo y en decisivo sobre el trinomio: bienestar social, progreso económico y sostenibilidad ambiental; en pleno entorno evolutivo sin precedentes desde finales del Siglo XVIII y principios del XIX con la revolución industrial. Fiel a sus principios fundacionales de independencia, apartidismo y pluralidad, el Instituto lidera proactivamente la fusión entre la esencia y la innovación de la liberalización económica, como mejor modelo de afrontar los retos presentes y futuros de país, de Europa y del mundo.
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