Un triple adiós en Alemania
Análisis, 07 de octubre de 2021
Las importantes elecciones alemanas del pasado 26 de septiembre significaron el adiós de la canciller Ángela Merkel a un sólido liderazgo que ha marcado la política germana y europea durante más de tres lustros. Pero los resultados derivados de las urnas han supuesto también el adiós al periodo de la gran coalición CDU / CSU y SPD que Berlín fue capaz de plasmar en una demostración de consenso nacional y que ahora deja paso a un periodo de incertidumbre. Las dos principales formaciones descartan repetir la fórmula que ha dominado el mapa político del país en las últimas legislaturas. Un grupo de observadores convocados por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada ha analizado la nueva situación política en Alemania para detectar qué posibles cambios se pueden producir a corto plazo y cómo afectarán al resto de la Unión Europea y al resto del mundo.
En efecto, son varias las observaciones a hacer, señalan esos analistas.
Primero, democristianos y socialdemócratas han obtenido unos resultados muy igualados, ligeramente los segundos por delante con una diferencia de apenas el 1,6 por ciento de los votos.
Segundo, esto explica que ambas formaciones hayan manifestado su intención de liderar una hipotética coalición, incluso apelando respectivamente a los mismos socios. Por resultar en primera posición, el liderazgo natural en este proceso correspondería a Olaf Scholz, pero si fracasa en su intento, el candidato de la CDU, Armin Laschet, tendría opciones. Se aventura, por tanto, un dilatado escenario de negociaciones nada fáciles que podría consumir varios meses con el objetivo de culminarlo antes de Navidad.
Tercero, la opción pre-electoral del SPD era una coalición con los Verdes y La Izquierda. Esta última, sin embargo, pinchó seriamente. No alcanzó a superar el umbral del cinco por ciento, aunque salvó los muebles con la elección directa de sus representantes (4,9 por ciento, a la baja en comparación con el 9,2 por ciento obtenido en 2017). Por otra parte, cabe significar que el SPD ansiaba una victoria incontestable que no se produjo en modo alguno, aunque en verdad mejoró resultados con respecto a 2017.
Cuarto, mucho depende de la decisión de Los Verdes (118 escaños) y Liberales (92 escaños). Los primeros experimentaron un significativo avance pero también por debajo de unas expectativas que habían cifrado en liderar ellos mismos un gobierno de coalición. Ambos protagonizan un valor cualitativo muy importante en estas elecciones: lograron atraer el voto juvenil y el de los votantes primerizos, lo cual revela, sensu contrario, el estancamiento de los grandes partidos de la política alemana y la tendencia a una mayor fragmentación política. Su especial estatus en esta coyuntura, podría llevar a ambos a tomar la iniciativa, negociar entre sí y decidir con cuál de los dos partidos mayoritarios gobiernan en los próximos años. Dada la bifurcación de las preferencias de unos y otros, bien dispares, no sería fácil un acuerdo pero tampoco descabellado.
Quinto, la ultraderechista Alternativa para Alemania cayó al quinto lugar (84 diputados), pero sigue conservando un fuerte respaldo en el territorio de la extinta RDA, mostrando una vez más lo difícil de la superación de aquella división que fraguó la Guerra Fría. La sensación de abandono persiste en el Este como el desprecio en un segmento importante de ciudadanos del Oeste.
La posibilidad de una alianza entre socialdemócratas, ecologistas y liberales goza, según los analistas del Instituto Coordenadas, de la preferencia del 59 por ciento de los alemanes. Las conversaciones ya se han iniciado y tienen como clara ventaja la preferencia de los Verdes por esta fórmula. No es tan evidente en el caso de los liberales del FPD que se sentirían más cómodos, por proximidad ideológica y programática, fortaleciendo el eje del centro-derecha.
Los democristianos obtuvieron el peor resultado de la posguerra. La suya es una crisis anunciada que solo podría aplazarse accediendo al gobierno. Hoy por hoy, esta posibilidad es remota por lo que es altamente probable un debate sobre la durabilidad del liderazgo de Armin Laschet. Rivales como Friedrich Merz o Jens Spahn se van posicionando para refundar el partido con mandatos y programas desprendidos de la sombra de la canciller saliente y su ideario más centrista. El desenlace pudiera ser una línea más orientada a la derecha. Esta expectativa de cierta inestabilidad no facilitaría tampoco el logro de acuerdos de gobierno con liberales y Verdes.
A Ángela Merkel le preocupa el escenario de división que ha plasmado el resultado electoral así como lo dificultoso de las negociaciones. Y alertó sobre la importancia de la contextualización para que los partidos democráticos no pierdan de vista la necesidad de contribuir al fortalecimiento del sistema político y la prioridad de una convivencia que no debe darse por garantizada sin más cuando, dijo, “estamos asistiendo, en el periodo actual, a un número creciente de ataques”, citando agresiones contra minorías religiosas o étnicas, y los intentos “demagógicos de expandir, sin escrúpulos ni vergüenza, el odio y el resentimiento”.
La principal potencia económica de Europa afronta, pues, según el consenso de los observadores convocados por el Instituto Coordenadas, un escenario complejo y fragmentado que puede dificultar la concreción de un gobierno estable. Dicha incertidumbre, aunque hablemos de Alemania, imbuida de una cultura política que muchos admiran por su pragmatismo y responsabilidad, no deja de preocupar.
El agravamiento de las tensiones internacionales y la indefinición europea en cuanto a su autonomía estratégica urgen las aportaciones de una Alemania comprometida con el proyecto comunitario. En la despedida, a Ángela Merkel se le reconoce esa contribución y ese espíritu. Su desaparición política simboliza también el ocaso de un tiempo de grandes líderes que superaron con holgura las pruebas derivadas de una inflexión histórica como la vivida en los últimos treinta años y en el que, una vez más, Europa no pudo prescindir del protagonismo alemán.
Es el adiós a una época.
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