El Informe sobre Desarrollo Humano 2023/2024, titulado 'Romper el bloqueo: reimaginar la cooperación en un mundo polarizado', revela una tendencia preocupante: el repunte del Índice de Desarrollo Humano (IDH) mundial -una medida resumida que refleja el Ingreso Nacional Bruto per cápita, la educación y la esperanza de vida de un país- ha sido parcial, incompleto y desigual.
En 2023, los 38 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alcanzaron puntuaciones más altas en el IDH en comparación con sus niveles en 2019. Como era de esperar, Suiza, Noruega e Islandia encabezan el informe de la ONU y a la cola, están Somalia, Sudán del Sur y la República Centroafricana. En países como Sudán, Afganistán, Birmania y Ucrania, los conflictos empeoraron aún más la situación. Afganistán, por ejemplo, retrocedió diez años en materia de desarrollo humano. La puntuación de Ucrania está en su nivel más bajo desde 2004.
Al presentar las conclusiones principales, Achim Steiner, director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde 2017, destacó primero la buena noticia: las condiciones de vida en el mundo, que su organización mide anualmente, están al nivel prepandemia, para después enfatizar que la brecha entre los países pobres y ricos aumenta cada vez más. Según sus datos, los países más pobres del mundo no se están recuperando y permanecen estancados en los niveles anteriores a la crisis, incluso han empeorado.
Las desigualdades mundiales se ven agravadas por una importante concentración económica. Como se indica en el informe, casi el 40 % del comercio mundial de bienes se concentra en tres o menos países; y en 2021 la capitalización bursátil de cada una de las tres mayores empresas tecnológicas del mundo superó el Producto Interior Bruto (PIB) de más del 90% de los países ese año.
El aumento de la brecha de desarrollo humano que revela el informe evidenciaría que la tendencia de dos décadas de reducción paulatina y constante de las desigualdades entre las naciones ricas y pobres se está invirtiendo. A pesar de que nuestras sociedades globales están profundamente interconectadas, los mecanismos de nivelación son insuficientes.
El PNUD propone aprovechar la interdependencia, así como nuestras respectivas capacidades, para abordar nuestros retos compartidos y existenciales y garantizar que se cumplan las aspiraciones de las personas, apuntó Achim Steiner. En su opinión, “este bloqueo tiene un importante coste humano. El fracaso de la acción colectiva para avanzar en la lucha contra el cambio climático, la digitalización o la pobreza y la desigualdad no solo obstaculiza el desarrollo humano, sino que agrava la polarización y erosiona aún más la confianza en las personas y las instituciones en todo el mundo”.
Consecuencias políticas
El informe sostiene que el avance de la acción colectiva internacional se ve obstaculizado por una emergente “paradoja de la democracia”: mientras que nueve de cada diez personas en todo el mundo respaldan la democracia, más de la mitad de los encuestados a nivel mundial expresan su apoyo a líderes que pueden socavarla saltándose las normas fundamentales del proceso democrático, según los datos analizados en el Informe. La mitad de las personas encuestadas en todo el mundo afirman no tener ningún control significativo sobre sus vidas, y más de dos tercios creen que tienen poca influencia en las decisiones de su gobierno. Esta dinámica aumenta el caldo de cultivo para el populismo y la radicalización.
La polarización política es también una preocupación creciente con repercusiones mundiales. Según los autores del Informe, una ascendente sensación de impotencia está alimentando enfoques políticos orientados hacia adentro de los países y está en clara contradicción con la cooperación mundial necesaria para abordar problemas urgentes como la descarbonización de nuestras economías, el uso indebido de las tecnologías digitales y los conflictos. Reducir la polarización política mediante nuevos enfoques de gobernanza centrados en potenciar la voz de los ciudadanos en las deliberaciones y atajar la desinformación se ha convertido en una demanda urgente.
El informe destaca también que la desglobalización no es factible ni realista en el mundo actual y que la interdependencia económica sigue siendo elevada. Y recuerda que ninguna región se acerca a la autosuficiencia, ya que todas dependen de las importaciones de otras regiones en un 25 % o más de al menos un tipo importante de bienes y servicios.
Problemas entrelazados sin solución sin cooperación
Aunque nuestros problemas están entrelazados y requieren soluciones igualmente interconectadas, se observa, desde la pandemia, un "retroceso hacia lo nacional" y un escepticismo hacia la cooperación internacional. Por el contrario, a la necesidad inmediata de una acción unida para hacer frente a la crisis climática, o en el advenimiento de la inteligencia artificial como una nueva frontera tecnológica en rápida evolución con escasos o nulos mecanismos regulatorios de protección, le cuesta abrirse camino.
Es imperativo tomar conciencia de que los enfoques proteccionistas no pueden abordar los retos complejos e interconectados a los que nos enfrentamos, como la prevención de pandemias, el cambio climático y la regulación digital. En este contexto, el multilateralismo desempeña un papel fundamental, argumenta el Informe, porque los compromisos bilaterales no son capaces de abordar la naturaleza irreductiblemente planetaria de la provisión de bienes públicos globales.
Invertir la tendencia en la evolución de las desigualdades equivale a invertir también en una mejor salud de nuestras democracias y en una cooperación internacional a la altura de las exigencias de la sociedad global contemporánea.
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