Las compañías de telecomunicaciones suelen quejarse amargamente de la persecución a la que creen ser sometidas por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y por sus homólogos de Bruselas, cuyos funcionarios están siempre dispuestos a velar por la pureza de una competencia en todos los sectores y mercados en beneficio de los consumidores y usuarios. Y a la vista de la dura y agresiva batalla comercial que, sin cuartel, están manteniendo las operadoras en el servicio de televisión, con el objeto de defender y aumentar su base de clientes y en donde se puja trinchera a trinchera por conseguir los mejores contenidos, la posición de la autoridad de la competencia podría entenderse que responde a un exceso de celo.
El futbol, en todas sus versiones y variantes, así como otros deportes del motor, se ha convertido en la estrella de la agresiva política comercial de las operadoras que confían en el deporte rey, básicamente, para conseguir ventaja en el duro y competitivo mercado de las telecomunicaciones que, aunque sea prácticamente cosa de tres -Telefónica, Vodafone (fusionada con Ono), y Orange (en proceso de adquisición de Jazztel)- y concentren cerca del 90% de la banda ancha fija y de las líneas de móvil, se están zurrando de lo lindo y sacando lo mejor de sí mismas para arañar cuota de mercado.
Así las cosas, las tres compañías pugnan por ganar clientes, rebajando precios en las ofertas convergentes que incluyen fundamentalmente futbol, aunque Telefónica, última en entrar en la guerra, revolucionaría la oferta comercial en el segmento de la TV de pago, al ofrecer a todos sus clientes televisores gratis de tres tamaños, pudiendo disfrutar éstos de dicho terminal mientras tengan contrato con la compañía. El televisor que la teleco pondría a disposición de sus clientes de manera gratuita, sólo podrá recibir la programación de Movistar TV, si bien dicha programación ofrece todos los canales TDT, además de contenidos exclusivos junto con los de Canal .
Los analistas no dejan de mesarse los cabellos ante la guerra de precios que se está viviendo en el segmento de la TV de pago y que se espera tenga un cierto impacto, aunque limitado, en la cuenta de resultados de las operadoras, como consecuencia de la temporalidad de las mismas.