El mundo del futbol televisivo en España anda convulso y, a medida que se acerca la fecha en la que se determinará quiénes se quedarán con los derechos de la retransmisión televisiva de los partidos de la Liga de Futbol Profesional (LFP), crece la tensión entre todos los actores involucrados, que son muchos y poderosos, ya que de cómo se resuelva la “subasta” dependerá, en buena medida, la viabilidad de los muchos e importantes proyectos en marcha y que tienen el fútbol como columna vertebral de los mismos. Hasta tal extremo el asunto está caliente que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) se ha visto en la obligación de intervenir, con objeto de intentar poner algo de orden y limpieza en un proceso, que hasta la fecha tiene dos protagonistas directos que levantan recelos: Javier Tebas, presidente de la LFP y Jaume Roures, responsable de Mediapro.
No es un asunto menor y los ánimos están encendidos, especialmente entre las operadoras de telecomunicaciones, ya que por increíble que parezca, ambos personajes comparten intereses como socios, desde hace un año, de la empresa Spanish Soccer Internationial Marketing, lo cual no es que levante suspicacias, sino fundadas sospechas, de que el proceso tiene todos los componentes para estar viciado en origen, al convertirse el presidente de la LFP en juez y parte, lo cual no parece razonable con los antecedentes que existen y que ha llevado a más de un susceptible analista a pensar que todo está preparado para que Mediapro y Roures salgan beneficiados de la “puja”, mediante la cual la LFP adjudicará, provisionalmente, el próximo 1 de diciembre, nueve bloques de los derechos televisivos del fútbol para las tres próximas temporadas.
La urgencia, las prisas de la LFP por concluir con el proceso y el reparto, hacen sospechar a más de uno, de un cierto apaño para que todo esté resuelto antes de que haya un nuevo gobierno, lo cual no deja de sorprender, cuando hay tiempo hasta final de la presente temporada; aunque aplazar la presentación de ofertas enriquecería la competencia y daría posibilidades a que los operadores de telecomunicaciones como Movistar TV pudieran reaccionar y concursar en igualdad de condiciones.
Los recelos y las dudas no se paran en Tebas y Roures, sino que alcanzan al secretario de Estado, Cardenal, considerado el autentico muñidor del Real Decreto de abril de este año, que permite la venta conjunta de los derechos de retransmisión del fútbol y al que se considera responsable de todo lo que está ocurriendo. La actual situación permite avanzar el fracaso económico del nuevo modelo y pone en duda el cumplimiento de los compromisos de Tebas con Real Madrid y Barcelona (300 millones para cada uno) y resto de clubes, a los que se les han asegurado cantidades que, hoy por hoy, parecen inalcanzables.
El balón, la TV y el dinero convergen una vez más, mientras la sombra de la duda sobre posibles amaños planea sobre las cabezas visibles de la operación, hasta el extremo de que se ha empezado a propalar informaciones sobre una clamorosa falta de transparencia en el proceso que se detecta en el borrador de bases presentado a la CNMC por el organismo que preside Tebas. En éste, además de la parte económica, que supondría un desembolso multimillonario, la LFP se queda con la exclusiva responsabilidad de puntuar otras cuestiones mucho más subjetivas y sin aclarar exactamente cómo lo hará.
Pero si el balón, la TV y el dinero convergen, lo que no confluye es la ideología de los dos protagonistas, que están sometidos a la lupa de los observadores y no deja de sorprender el matrimonio societario entre un hombre que procede de la extrema derecha como Tebas (fue delegado provincial en Huesca de las juventudes de Fuerza Nueva en 1982) y otro que, como Roures, se define de izquierdas y catalanista y que en su juventud militó en la trotskista Liga Comunista Revolucionaria y en la IV Internacional.
Con independencia de la rica biografía de ambos personajes, en los antecedentes futboleros de Roures se mezclan los éxitos con los fracasos y sobre todo la acusación de que funciona como un avezado bróker que trabaja con muy elevados márgenes, lo que le permite obtener comisiones millonarias con los que alimenta nuevas operaciones y ahí está, como ejemplo, la venta de derechos internacionales de la competición española para esta temporada.
El precedente de la Champions es revelador del funcionamiento de Roures y todo indica que el modelo marca una referencia para el concurso de los derechos de la Liga, que permite avecinar una nueva guerra del futbol como la que ha vivido este país en otros momentos recientes.
Lo ocurrido con los derechos de la Champios este año, al hurtar a una importante parte de la audiencia española la retransmisión de la antigua Copa de Europa, ha generado el unánime rechazo por parte de diversas asociaciones de internautas y consumidores que han hecho pública su “enérgica protesta” por las interrupciones y, en general, el mal servicio prestado por TotalChannel en la retransmisión de los encuentros de la Liga de Campeones.
Total Channel, es la plataforma creada por Roures para emitir eventos deportivos en streaming (TV por Internet), cuya vida transcurre de fracaso en fracaso desde que emitiera el combate entre Mayweather y Pacquiao. Desde entonces, todas las retransmisiones han estado salpicadas por el escandalo, lo que le ha generado fuertes críticas, no solo de las asociaciones de internautas, sino de las redes sociales, como consecuencia de la mala calidad y los cortes de las emisiones, debido a la sobresaturación de la plataforma y a una falta de infraestructuras que deja colgados, con frecuencia, a los miles de seguidores, que tratan de acceder a los partidos a través de la plataforma del fundador del diario Público, periódico que en vez de gafas de sol distribuía entre sus lectores la obra de Marx, el Capital. El asunto televisivo no parece ir mejor con Bein Sports, canal deportivo de la televisión catarí, y que no ha conseguido que la retransmisión de la Champions de los equipos españoles pueda calificarse de éxito.
Y todo porque el empresario catalán y fundador de laSexta no quiso, no pudo o no le interesó, vender la competición europea a Movistar TV por una cantidad que algunos consideraron astronómica, dado el riesgo que suponía el no alcanzar un determinado número de abonados y que, al parecer, se mantuvo inalterable desde el primer momento.
Así las cosas, se podría pensar que ahora todo depende del cumplimiento de las modificaciones impuestas por la CNMC a las bases de licitación, que deberá desembocar en la concesión de derechos del futbol, el arma más poderosa que tienen las operadoras de telecomunicaciones para ampliar su base de clientes. Sin embargo, la CNMC lo único que ha hecho, en opinión de analistas y expertos críticos, es emitir un informe no vinculante, pero si preceptivo, que lo que consigue es empeorar, todavía más, el proyecto de venta centralizada que le había mandado la LFP. “En su mejor vertiente, señala un experto, la CNMC ha retorcido el tema e incluso ha puesto muchas más pegas y condiciones leoninas para que pueda ser comercializado por los operadores de telecomunicaciones que, a la postre, son el gran enemigo del duopolio televisivo, de los Roures, de los Tebas y también, por qué no, de la Forta, conglomerado de televisiones autonómicas cuyos miembros no soportarían una auditoria de medio pelo.