Heredera del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) que funcionó entre 1948 y 1994, la OMC (Organización Mundial de Comercio) inició su andadura el 1 de enero de 1995, erigiéndose como la mayor expresión institucional del comercio internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora, 25 años después, vive su mayor crisis de identidad a la espera de un desbloqueo que la libere de sus ataduras. Un grupo de expertos convocados por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada ha analizado la situación de esta organización y ha verificado que la raíz de sus problemas nos remite a la no renovación de su tribunal de disputas, una unidad clave que dejó de funcionar en diciembre del pasado año. Durante varios ejercicios, EEUU ha impedido el nombramiento de jueces para este órgano quedando las vacantes sin cubrir y, por tanto, sin el quórum necesario para resolver las disputas que se le plantean.
A fin de justificar su bloqueo, Washington acusa a la OMC de tomar partido por China (como también en el caso de la OMS) y otros rivales en las controversias comerciales. También tiene otras quejas menores (desde el elevado salario de los jueces, la dilatación de los procesos o el excederse en sus competencias), pero la clave principal radica en que la Administración de Donald Trump considera que sus intereses comerciales pueden salir mejor parados si negocia sus propios tratados a nivel bilateral, dando la espalda a las reglas de la OMC.
Los analistas del Instituto Coordenadas señalan que las críticas de EEUU han sido desautorizadas con contundencia. Cierto que Washington ha comparecido con frecuencia ante el tribunal de la OMC, pero también lo es que ostenta una mayor proporción de victorias ante él. Un estudio de la Fundación Bertelsmann destaca a su favor un diferencial positivo equivalente a 87.000 millones de dólares en los 25 años de funcionamiento de la OMC. Según Christian Blunth, el autor principal del estudio, todos los miembros de la OMC se han beneficiado ampliamente de la prosperidad generada por su acción, con un aumento medio del 4,51% del PIB por cada país, un resultado ciertamente nada desdeñable.
A propósito de China, es verdad que desde su ingreso en 2001 han arreciado las críticas a favor de una reforma de la institución, partiendo de la aceptación de un cambio en su cualificación como “país avanzado”, lo cual le privaría de algunas ventajas que sus críticos califican de injustas a la vista de su nivel de desarrollo actual.
Sin árbitro reconocido en la solución de las disputas comerciales internacionales, señala el Instituto Coordenadas, la incertidumbre en los mercados generada por una guerra comercial persistente entre las dos principales potencias económicas del mundo y la amenaza de un descenso muy acusado del comercio por causa de la pandemia del COVID-19, el futuro se antoja sombrío.
El otrora símbolo de la globalización, pese a las críticas dispensadas desde diversos sectores, logró en poco tiempo afianzarse como un referente insustituible para establecer la negociación como el mecanismo para equilibrar las bases del comercio internacional. Pese a los obstáculos, su influencia y autoridad creció de forma exponencial, tanto que resulta difícil atestiguar su precario estado actual.
¿Se irá EEUU?
El pasado mayo, la dimisión de su director general, el brasileño Roberto Azevedo, antes de finalizar su mandato iniciado en 2013, agravó la crisis de la organización, que ahora está pendiente de un proceso electivo en el que concurren hasta siete candidatos. El de director general es un puesto siempre complicado, pero con el reto añadido de desbloquear la crisis interna. A ello hay que sumar el escaso progreso en las negociaciones intergubernamentales tras el fracaso de la ronda de Doha y unas previsiones de reducción de los intercambios que podría alcanzar el 32%, según previsiones de la propia organización. Bien es verdad que el comercio ya experimentaba una desaceleración en 2019 antes del virus, a consecuencia de la ralentización del crecimiento y las tensiones comerciales, con un ligero descenso del 0,1%. No obstante, el colapso de la producción asociado al confinamiento de más de dos tercios de la humanidad durante semanas es un cataclismo difícil de encajar. Los economistas de la OMC prevén que casi todas las regiones sufrirán este año disminuciones de dos dígitos del volumen comercial y las exportaciones se verán especialmente afectadas en Asia y América del Norte.
En este contexto, EEUU ha amenazado con irse de la organización, que no duda en calificar de “desperdicio”. Exige abordar sin dilación su refundación así como la retirada de China de la lista de países en desarrollo (que incluye también a economías relevantes como la India). El pasado octubre, Corea del Sur anunció su intención de cambiar su estatus como país en vías de desarrollo aunque manteniendo cierta flexibilidad ante la OMC en segmentos sensibles del sector agrícola nacional, como es el caso del arroz.
Beijing lidera actualmente cuatro de los 15 organismos especializados de la ONU (Alimentación y Agricultura, Aviación Civil, Desarrollo Industrial). Si Washington opta por seguir en la OMC el guión aplicado en la OMS, con retirada de fondos y subsiguiente abandono, probablemente se desnivelarían los equilibrios en las Naciones Unidas.
Los próximos meses serán determinantes. Quien quiera que resulte elegido director general (muchos apuntan a que es el momento de un representante africano), deberá desarrollar un ingente esfuerzo para convencer a la Administración estadounidense de que la OMC ofrece más ventajas que inconvenientes y que su función de garante de la estabilidad es tan necesaria como irreemplazable. Se requiere, sin duda, alguien con valor, visión y conocimiento, capaz de restablecer el consenso. El próximo 31 de agosto es la fecha tope para identificar ese relevo.
En plena pandemia, concluyen los analistas del Instituto Coordenadas, el pronóstico es difícil y no habrá que perder de vista las elecciones de noviembre en EEUU para aventurar hipótesis. En cualquier caso, sin posibilidad de apelación, el mecanismo para resolver las disputas comerciales por una vía legal recibe una estocada de muerte que puede llevarse por delante a la propia organización tal cual la conocemos. De ser así, el multilateralismo recibirá un importante revés en beneficio de los criterios más proteccionistas auspiciados por el presidente Donald Trump. La conferencia ministerial a celebrar en 2021 deberá ultimar decisiones audaces para sacar a la organización de su estancamiento.
SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA
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