La micromovilidad se ha convertido en la pieza esencial para resolver los problemas de transporte en las ciudades y es ya un elemento clave en la planificación de los modelos de gestión urbana. Ha dejado de ser una alternativa para solucionar problemas puntuales de congestión de tráfico para convertirse en elemento que definirá y dinamizará la vida en las ciudades en el futuro próximo. Así lo señala un análisis realizado por un grupo de expertos convocado por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.
El análisis destaca el papel esencial que tienen las empresas que prestan servicios de micromovilidad para la puesta en marcha de iniciativas eficientes que ofrezcan alternativas de transporte en las ciudades. La afluencia masiva de compañías que proponen modelos de movilidad individual mediante el uso de medios de transporte compartidos ha provocado que la realidad del mercado vaya por delante de la regulación municipal y que en estos momentos exista un cierto nivel de incertidumbre sobre el camino a seguir. Pero la evidencia es que la micromovilidad urbana ha llegado para quedarse y ser protagonista del desarrollo de la vida en las ciudades.
¿La micromovilidad realmente cambiará el transporte tal como lo conocemos, o es sólo una moda pasajera impulsada por la innovación y el desarrollo tecnológico? ¿El uso de vehículos ligeros como motos eléctricas, patinetes eléctricos y bicicletas compartidas cambiará la forma de movernos en las ciudades? Son cuestiones que los expertos del Instituto Coordenadas se plantean.
Las ciudades están cambiando a velocidades vertiginosas como resultado de los cambios demográficos y el crecimiento general de la población. Para 2030, se espera que las llamadas megaciudades, áreas urbanas con más de diez millones de habitantes, aumenten de las 30 que hay actualmente a más de 40 en todo el mundo. Un avance muy rápido para un periodo de diez años. Al final de ese periodo se espera que aproximadamente el 65% de la población mundial viva en ciudades.
Con el desarrollo urbano en plena expansión y con niveles crecientes de contaminación atmosférica y zonas urbanas constantemente colapsadas por el tráfico de vehículos, la micromovilidad podría resolver muchas situaciones conflictivas. Los servicios de micromovilidad reducen la cantidad de automóviles en las calles, disminuyen la huella ambiental y proporcionan modelos adecuados de transporte individual, a la vez que permiten el desarrollo de iniciativas rentables desde el punto de vista económico, señala el análisis del Instituto Coordenadas.
Alrededor del 60% de los viajes en automóvil en la Unión Europea, China y los EE.UU. tienen un recorrido inferior a ocho kilómetros y podrían beneficiarse de las soluciones de micromovilidad, según un estudio del Centro McKinsey para la movilidad futura, que recogen en su análisis los expertos del Instituto Coordenadas. La micromovilidad podría abarcar teóricamente todos los viajes de pasajeros de menos de ocho kilómetros. Sin embargo, es poco probable que la movilidad logre expandirse a todo este mercado teórico.
El Centro McKinsey para la movilidad futura estima que la micromovilidad se hará cargo de entre el 8% y el 15% de su mercado teórico. Hay restricciones que dificultan su expansión relacionadas con la dificultad de transportar mercancías, la edad de los usuarios o el clima de las diferentes zonas. Aún así, las expectativas de generación de negocio que tienen los sistemas urbanos de micromovilidad pueden superar los 150.000 millones de euros sólo en Europa y más del doble de esta cantidad en Estados Unidos en un horizonte de diez años. Desde 2015, las diferentes empresas que desarrollan modelos de micromovilidad han invertido casi 6.000 millones de euros en el desarrollo de diferentes tipos de vehículos. China ha acaparado la mayor parte de esas inversiones y hoy día es el principal productor de este tipo de vehículos.
Los analistas del Instituto Coordenadas señalan algunos elementos que impulsan el crecimiento de la micromovilidad. Por un lado, la mayoría de los lanzamientos se hacen en entornos propicios, ya que vienen a solucionar problemas acuciantes para los que de momento no hay alternativa. La micromovilidad se ha hecho habitual en muchas ciudades y hay una clara aceptación ciudadana hacia el modelo, por lo que las novedades y nuevas iniciativas tienen amplias posibilidades de posicionarse. En segundo lugar, la economía de la micromovilidad proporciona buenas oportunidades de negocio a las empresas. Un dato relevante lo muestra el hecho de que la inversión para crear una flota de motos eléctricas en una ciudad media tiene un coste de menos de 400 euros por vehículo.
Los modelos más reconocidos son LIME, en Estados Unidos, con operaciones en más de 40 ciudades, y REBY, en el sur de Europa, con una sólida implantación en diversas ciudades, entre las que destacan Barcelona, Zaragoza, Gijón, Bérgamo, Nápoles… Son compañías responsables con el hábitat urbano en todos sus ámbitos, en contraste con otros operadores con planteamientos especulativos en un entorno alegal y/o de mercadeo de licencias, que irrumpen con agresividad en las ciudades y descalifican la micromovilidad.
Jesús Sánchez Lambas, Vicepresidente Ejecutivo del Instituto Coordenadas, señala que “las soluciones de micromovilidad tienen que incorporarse a cualquier diseño de desarrollo urbano presente y futuro. El actual modelo urbano ha colapsado y necesitamos soluciones innovadoras que permitan la movilidad urbana de forma segura y económicamente viable”.
SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA
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