Sin necesidad de recurrir al ingenio de la reina de Inglaterra, habrá que convenir que 2015 será recordado por el presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, como un año en el que su empresa se vio involucrada en un oscuro incidente de espionaje por parte de su filial mexicana de OHL, con graves repercusiones financieras para el Grupo de Villar Mir y como el año en el que tuvo que visitar, como imputado, el juzgado de un famoso magistrado mallorquín para desmentir la grave acusación de haber amañado, con el expresidente del Gobierno balear y hoy recluso, Jaume Matas, el concurso para la construcción del hospital Son Espases de Palma a cambio de un soborno, licitación que, además, su empresa perdió.
Al empresario de 84 años, número uno de su promoción de la Escuela de Caminos de Madrid y que, en su momento, fuera vicepresidente para Asuntos Económicos y ministro de Hacienda durante la presidencia de Arias Navarro y candidato a presidir el Real Madrid (su gran fracaso), le han amargado la vida, aunque son muchos los que, conociendo su carrera y su forma de ser, convienen en señalar que todo ello es el resultado de actuar peligrosamente, no en vano el título de marqués no se lo conceden a cualquiera.
Villar Mir forma parte de esa estirpe de empresarios que inician su carrera dedicándose a la función pública (Florentino Pérez, presidente de ACS, es otro de los que forman parte de este club), desde donde se catapultó al mundo de la empresa privada, tras varias peripecias profesionales