En España, el crecimiento del PIB se ha ralentizado en el tercer trimestre del año, si bien sigue destacando entre los países de la Eurozona (y es probable que continúe así en 2016). El Banco de España ha estimado un crecimiento trimestral del 0,8% en este trimestre frente al 1% en el trimestre anterior y para el conjunto del año el crecimiento será del 3,1%-3,2% mientras que para 2016 se estima que crezca un 2,9%.
El mercado de trabajo ha reflejado esta moderación de la actividad en mayor medida que otros indicadores y así, los afiliados a la Seguridad Social subieron un 0,2% trimestral en el tercer trimestre frente al 1,3% en el segundo. En principio, ello estaría señalando una ralentización de mayor entidad que la estimada por el Banco de España, pero los analistas de referencia estiman que el empleo del trimestre actual está distorsionado por factores puntuales, sin los cuales la afiliación a la Seguridad Social habría subido un 0,6%.
Aunque la EPA ha puesto de relieve que la tasa de paro en el tercer trimestre ha bajado al 21,18% desde 22,4%, lo que supone 1,2 puntos menos que en el trimestre anterior y de que el número de ocupados se ha incrementado en 182.200 personas situándose en 18.048.700, las estimaciones a futuro apuntan a que la creación de empleo tiende a moderarse en los próximos trimestres, conforme lo hace el crecimiento cíclico de la economía.
La reforma del mercado laboral de 2012 tuvo efecto a la hora de reducir el umbral de incremento del PIB necesario para que se inicie la creación de empleo, pero la sensibilidad del empleo al PIB no ha cambiado de forma significativa.
Por otra parte, el modelo de crecimiento económico actual, menos dependiente de la construcción que es intensiva en empleo, y más apoyado en exportaciones que proceden de sectores más productivos, debería favorecer que, durante el ciclo expansivo, se mantuvieran incrementos de productividad. Esto supone que el aumento del empleo tenderá hacia un ritmo algo inferior al del PIB.
En suma, la creación de empleo en 2015 superará holgadamente el medio millón e incluso se puede aproximar a la última cifra manejada por el ministro de Guindos de 650.000, pero se irá ralentizando a lo largo de los próximos años.
Sin embargo, ello será compatible con un descenso de la tasa de paro algo más acelerado, debido a que el perfil de la población activa es probable que sea ligeramente negativo. Esta tendencia de la población activa es bien distinta a la observada en el anterior ciclo expansivo, debido no sólo al envejecimiento de la población y la estabilización de los flujos migratorios, sino también a que la tasa de participación en el mercado laboral, que ha subido significativamente desde el año 2000, probablemente se estabilice puesto que ya está en niveles elevados cuando se compara con los países de la UE.
Las proyecciones a medio plazo de los analistas de referencia llevan la tasa de paro hasta el 15% en 2018, fecha en la que se estima que la economía española estará en su PIB potencial, por lo tanto, ésa podría representar la tasa de paro estructural de la economía española. Esa reducción de la tasa de paro, que partía del 26% en el punto más bajo del ciclo económico, es significativa, pero seguirá siendo alta comparado con los países del área euro.
Este tipo de simulaciones ponen de manifiesto que, siendo muy positiva la evolución de nuestra economía en la actualidad, sería bueno retomar el impulso reformista, con el fin de mejorar el potencial de crecimiento económico y, con ello, rebajar la tasa de paro estructural que, con los parámetros actuales, sigue siendo elevada.
Post-it
Factores puntuales que han distorsionado el empleo del tercer trimestre:
- Una atípica caída del empleo en la administración pública (-1% trimestral ajustado por estacionalidad) y en el sector de construcción civil, donde la ejecución de obras pudo adelantarse al trimestre anterior por las elecciones locales.
- Las dificultades para ajustar la estacionalidad en el sector de educación, donde los empleados fijos discontinuos (que son despedidos julio y agosto pero recontratados en septiembre y octubre) han tendido a aumentar en los últimos años de forma estructural, por lo que su impacto no está bien captado en el ajuste estacional.