Aunque todavía hay economistas empeñados en defender la existencia de una sola economía, se impone los que diferencian la economía real de la economía financiera, separación que ha quedado aún más patente como consecuencia de la actual crisis, de origen claramente financiera y que ha terminado por extenderse al conjunto de la economía, lo que abona la tesis de dos clases de economías diferentes pero interdependientes, algo que en un país como España, uno de los más bancarizados del mundo, cobra toda su relevancia.
Sin tratar de marcar maniqueas diferencias sobre la bondad de una y otra o sobre si la primera tiene un carácter especulativo más que la segunda o si ésta última está basada en el esfuerzo y la dedicación de los individuos, lo cierto es que, hoy por hoy, nadie entendería la existencia de una economía sin la una o de la una sin la otra, algo que no ocurre, por ejemplo, en la mayoría de los países latinoamericanos.
Por eso, una vez terminado el ciclo de presentación de resultados de los bancos, máxima expresión de la economía financiera, les ha tocado el turno a los principales exponentes de la economía real y de entre ellos a dos de sus más significados representantes