Impacto de la Inteligencia Artificial en el empleo: la Historia se repite

La Cuarta Revolución Industrial está en marcha, propulsada sobre todo por la Inteligencia Artificial (IA). Y como en épocas anteriores, este avance tecnológico conlleva la pérdida de empleos a la vez que genera nuevos trabajos. Esto ha sucedido a lo largo de los últimos cinco siglos, con cada invento que cambió las vidas de los humanos, con las máquinas que transformaron las sociedades y las economías por permitir una fabricación más rápida y rentable. Sin esos ingenios, que impulsaron el progreso y modificaron el curso de la Historia, el mundo no sería tal y como hoy lo conocemos.

La idea de que las máquinas eliminan empleos surgió a mediados del siglo XV con la imprenta de Gutenberg. El motor de vapor de James Watt, en el siglo XVIII, es el símbolo de la Primera Revolución Industrial: transformó el sector textil, la minería y la siderurgia y desarrolló el transporte. El motor de combustión interna, la bombilla, el automóvil y el teléfono, entre otros adelantos, dieron lugar a la Segunda Revolución Industrial a finales del siglo XIX. Con la aparición de internet, los ordenadores, la telefonía móvil y muchas otras innovaciones emergió la Tercera Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XX. Y con cada nueva era industrial aparece la misma preocupación por la destrucción de empleo.

Hoy, inmersos en la Industria 4.0, la automatización y la robótica permiten digitalizar la fabricación y mejorar así considerablemente la productividad y el ahorro de costes. Aunque esto da pie a reducir drásticamente la cantidad de personal a tiempo completo que las empresas de fabricación necesitarán. Así lo avisan diversos informes, entre ellos uno reciente del banco de inversión Goldman Sachs. Este estudio estima que la IA generativa “podría exponer a la automatización el equivalente a 300 millones de puestos de trabajo a tiempo completo”.

Sin embargo, el documento también especifica que, pese a que el impacto de la IA en el mercado laboral sea significativo, “la mayoría de los trabajos y las industrias solo están parcialmente expuestos a la automatización y, por lo tanto, es más probable que la IA los complemente en lugar de sustituirlos”. El mismo informe destaca el altísimo incremento de la productividad que propiciará la adopción de esta tecnología: “Estimamos que la IA podría llegar a incrementar el PIB mundial anual en un 7%”.

El informe de Goldman Sachs echa la vista atrás para resaltar cómo las nuevas tecnologías desplazan trabajadores al tiempo que crean nuevos empleos. Y cita el ejemplo de cómo a la vera de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) nacieron ocupaciones desconocidas, por ejemplo, diseñadores de páginas web o profesionales del marketing digital, entre otras.

Como sucedió con otros avances anteriores, la IA favorecerá profesiones nunca antes vistas (algunos predicen que el 80% de los trabajos de 2030 aún no existen), como enfermeros especializados en IA, especialistas en integración humano-tecnológica (personas que ayudan a otras a adaptarse al nuevo entorno tecnológico), expertos en tráfico autónomo o detectives de datos. Esta tecnología ya está brindando nuevas oportunidades laborales para determinadas profesiones, entre ellas, ingenieros de automatización, de software, de Internet de las Cosas o de robótica. La IA automatiza procesos y tareas y esto necesita de personas que diseñen algoritmos e ideen nuevas aplicaciones que solucionen problemas. Pero ¿estamos preparados para cubrir esa demanda de trabajadores tecnológicos? Por ahora no, existe una brecha de talento.

Formación cualificada en habilidades digitales: un obstáculo a salvar

Actualmente, empresas de todo el mundo se enfrentan a la falta de profesionales cualificados especialmente en los perfiles tecnológicos. Si esto sucede hoy ya, ¿cómo afrontaremos la demanda de profesionales que se necesitarán para las nuevas profesiones que hoy ni siquiera imaginamos? Los sistemas educativos van a la zaga de las tecnologías. La formación en competencias digitales, tanto en procesos de reskilling (programas de enseñanza de reciclaje profesional para ocupar otros puestos en la misma empresa) y upskilling (formar a los empleados para adquirir nuevas competencias o habilidades) no son una opción, sino una obligación.

Para el Foro Económico Mundial urge invertir en la mejora de las habilidades digitales y en los sistemas educativos. Para ello impulsa la plataforma Reskilling Revolution con la que quiere que los estudiantes de hoy estén preparados para la economía y la sociedad del mañana.

Cuando Henry Ford instaló, por primera vez en el mundo, una cadena de montaje en una fábrica, el tiempo de producción de los coches se redujo de 12 horas a 93 minutos. Y la fábrica introdujo dos turnos de nueve horas, seis días a la semana. Como era un trabajo tedioso y muy duro, un gran número de operarios renunciaba al empleo y Ford respondió doblándoles el sueldo. Luego, adoptó la jornada laboral de 8 horas de lunes a viernes (fue de las primeras empresas en hacerlo). Pudo acometer esta gran subida gracias al enorme incremento de la producción y la reducción de los costes, ya que ambas dispararon los ingresos de la compañía. Este es un buen ejemplo de adaptación a las circunstancias de innovación tecnológica. Para adaptarse a este nuevo escenario del empleo, gobiernos y empleadores deben tomar medidas cuanto antes, con el fin de facilitar la adaptación al mismo.

La IA es la tecnología que más rápido ha impactado, frente a otras igualmente disruptivas pero que se desarrollan más lentamente, como la computación cuántica, la bioingeniería o el metaverso. Toca dar pasos para compensar la inevitable pérdida de empleo, algo necesario para progresar, como ha sucedido en otros momentos de la Historia.

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