La incertidumbre política en España es una incontestable realidad que se proyecta sobre la economía y su futuro, y todo lo ocurrido desde las Elecciones Generales del 20 de diciembre hasta el fallido debate de investidura, no ha hecho sino incrementar las dudas y el riesgo sobre la economía española, lo cual se ha reflejado en el pobre arranque del año, experimentado por todo tipo de mercados, sean estos de renta fija, renta variable, divisas o derivados, lo que ha dado pie a todo tipo de “noticias”, de fuentes imprecisas, sobre una caída en picado de la confianza del inversor foráneo en la economía española.
Las más que razonables dudas que proyecta la irrupción de Podemos sobre la estabilidad futura de la economía española se comprobará, o no, si esa formación política consigue formar parte de un futuro gobierno en España. Lo cierto es que, con un excesivo e innato sentido de la anticipación periodística, relevantes medios de comunicación, utilizando datos del avance de la balanza de pagos del Banco de España, se deslizaron por la senda del tremendismo tipográfico señalando que en 2015 habían salido de España un total de 70.200 millones de euros, de los que cerca de 30.000 lo hicieron en los últimos dos meses, en torno a las elecciones generales del 20 de diciembre.
Con ese laconismo que le caracteriza, el Banco de España (emisor del dato) advertía en los días siguientes a la noticia que, de las cifras de flujos de financiación con el exterior que había publicado la mayoría de los medios con ribetes amarillistas, no se podía deducir que en España se hubiera producido fuga de capitales alguna, ni durante el año 2015 ni después de las elecciones generales del 20 de diciembre.
Siguiendo a machamartillo la regla por antonomasia del mal periodismo de que “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”, muy poquitos medios se avinieron a dejar las cosas en su real sitio y recordar a sus lectores y audiencias varias que había que poner un gran interrogante sobre “la noticia” de que “en otoño, grandes bancos internacionales advertían de que decisiones de inversión en España se congelaban. Ahora, fuentes de varios despachos de abogados, aseguran que los grandes patrimonios han procedido a movilizar capitales ante el aumento de la incertidumbre. Un movimiento en el que pesan también los planes de algunos partidos (PSOE, Ciudadanos y Podemos) para subir impuestos a estas fortunas”.
Con independencia de que a finales de 2016 el sentido de la antelación periodística demuestre que, en efecto, los grandes inversores y los mercados hayan dado la espalda a un país de la Eurozona como España, lo cierto es que en 2015 los inversores extranjeros invirtieron 20.300 millones de euros en España mediante inversión directa; que los inversores en bolsa y bonos colocaron en España 55.200 millones ese mismo año, y que la posición deudora del Banco de España frente al Eurosistema aumentó en 50.900 millones. Hasta aquí, nada que permita afirmar una masiva fuga de capitales. ¡A sumar!
Solo en el capítulo de “otras inversiones” en el que se incluyen préstamos y depósitos, sí se detecta una salida neta de capitales de 48.800 millones de euros, aunque tiene una explicación clara y meridiana. España se ha visto especialmente beneficiada por las políticas del BCE en condiciones muy ventajosas, que ha permitido a las entidades financieras recibir cerca de 51.000 millones de euros a tipos muy bajos, que ha posibilitado a la banca, a su vez, cancelar “otras inversiones” a unos tipos mucho menos atractivos que los ofrecidos por el BCE.