La Bolsa española perdía la semana pasada la cota de los 8.000 puntos, algo que no ocurría desde julio de 2013, tras acumular una caída del 16,9% en lo que iba de año, lo que la convertía en la campeona de pérdidas, si se suma el 7,1 % que se dejó en 2015.

Lo que le ocurría al Ibex la pasada semana no era muy distinto a lo que les ocurría a la mayoría de las bolsas internacionales que cosechaban pérdidas similares a la de Madrid y de ello daban fe el Dax alemán, el CAC francés, el Nikei japonés, los FT de Londres y Milán o el Nasdaq de Wall Street.

El revolcón bursátil es generalizado y refleja la notable inestabilidad con que los mercados han comenzado el año, a pesar de que no se han concretado algunos de los temores existentes hace unos meses, como eran la apreciación del dólar o unas mayores divergencias en las políticas de los bancos centrales. Ante tal situación, los analistas