Donald Trump elecciones América Latina

Donald Trump y las difíciles elecciones de los países de América Latina

Análisis, 13 de febrero de 2025

Las medidas inmigratorias de línea dura, los aranceles punitivos y la retórica expansionista exhibida por el presidente estadounidense Donald Trump en sus primeras decisiones pueden alejar a las naciones latinoamericanas, profundizando la rivalidad entre Estados Unidos y China y dejando a la región a merced de un panorama geopolítico más polarizado.

Cierto que Estados Unidos cuenta con varias herramientas clave que podrían ayudarlo a recomponer su posición en América Latina, debilitada tras años de desatención de la región. Existen marcos como la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas, que se centra en la resiliencia de la cadena de suministro, la conectividad digital y la colaboración en materia de semiconductores, para fomentar vínculos más estrechos.

También merece destacarse iniciativas como el Simposio sobre Semiconductores de la Alianza para las Américas, que reúne a países como México, Costa Rica y Panamá, que constituye un buen ejemplo de la creciente participación de Estados Unidos en el desarrollo económico regional.

Además, las inversiones estadounidenses a través de la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo (DFC) son sustanciales, con más de 11.000 millones de dólares comprometidos  en proyectos como la extracción de minerales críticos en Brasil y las iniciativas de conservación ambiental en Ecuador. Estos proyectos contribuyen a un compromiso económico y diplomático más amplio de Estados Unidos en la región.

Mayor atención hacia América Latina

La administración entrante de Trump parece estar preparada para atraer una mayor atención hacia América Latina, con un equipo de liderazgo compuesto por personas cuya experiencia y conexiones sugieren un enfoque estratégico en la región. Nombramientos clave como el de Marco Rubio como secretario de Estado, el ex embajador en México Christopher Landau como su adjunto y Mauricio Claver-Carone como enviado especial, indican una concentración sin precedentes de especialistas en América Latina en puestos de alto nivel. Muchos líderes regionales pueden recibir con agrado este nivel de atención, en particular porque subraya la creciente importancia geopolítica de la región.

Sin embargo, este renovado enfoque en América Latina está determinado por un estilo de liderazgo que enfatiza la negociación transaccional, la toma de decisiones personalista y una postura confrontativa, fuertemente influida por los “halcones de China” que ocupan roles clave. Si bien el énfasis del gobierno en contrarrestar la creciente influencia de Beijing puede resonar en algunos gobiernos regionales, sus medidas punitivas y sus matices expansionistas podrían alejar a otros. La retórica agresiva, sumada a un menor énfasis en la cooperación multilateral, corre el riesgo de presentar a América Latina no como un socio sino como un mero escenario para la rivalidad entre grandes potencias. 

Una piedra angular de la estrategia del gobierno estadounidense parece ser el realineamiento económico mediante iniciativas de nearshoring, diseñadas para reducir la dependencia regional de China. La defensa de Claver-Carone de acuerdos bilaterales con gobiernos “amigos” refleja un deseo de contrarrestar las inversiones chinas en la iniciativa de la Franja y la Ruta con asociaciones específicas con Estados Unidos, ofreciendo vías alternativas para el desarrollo industrial y de infraestructura.

No puede pasar por alto en todo caso que el atractivo de China en América Latina se debe en gran medida a su énfasis en la financiación de infraestructuras, el comercio y el apoyo económico sin condiciones, elementos que resuenan en los gobiernos que buscan un crecimiento tangible y de corto plazo. Si las políticas de Trump no ofrecen una alternativa convincente que esté a la altura de las posibilidades o la flexibilidad de Beijing, Estados Unidos corre el riesgo de ceder más terreno a China a pesar de su mayor enfoque en la región.

Entre colaboración e irritación

Durante su discurso inaugural, el presidente Trump revivió la doctrina expansionista del siglo XIX del “Destino Manifiesto”, al proclamar que Estados Unidos estaba destinado a expandirse territorialmente. Reiteró aspiraciones controvertidas, entre ellas la adquisición del Canal de Panamá y el cambio de nombre del Golfo de México, afirmaciones que Panamá rechazó de inmediato. Es poco probable que su comentario desdeñoso cuando se le preguntó sobre las relaciones de Estados Unidos con América Latina, al afirmar que “no los necesitamos, ellos nos necesitan a nosotros”, fomente la buena voluntad o la cooperación en la región. 

Entre la oleada de medidas ejecutivas firmadas en su primer día en el cargo, figura una para designar a ciertos cárteles de la droga como organizaciones terroristas, lo que indica una securitización de la política migratoria y allana el camino para las deportaciones masivas. Si bien algunos líderes latinoamericanos han reafirmado su voluntad de trabajar con la nueva administración estadounidense, otros se han mostrado irritados por su irrespetuosa retórica y sus políticas.

Las políticas de Trump podrían afianzar aún más la polarización de la región, definida por la rivalidad entre Estados Unidos y China. Si bien el gobierno puede apuntar a limitar la intrusión de Beijing, una estrategia demasiado agresiva corre el riesgo de alienar a los gobiernos que prefieren equilibrar las relaciones con ambas potencias. Muchos países latinoamericanos valoran a China como un socio comercial e inversor fundamental, aunque también valoran mantener fuertes vínculos con Estados Unidos. Si se ven obligados a una elección binaria, algunos países pueden inclinarse más fuertemente hacia Beijing, especialmente si las políticas estadounidenses parecen coercitivas o desdeñosas con las prioridades locales.

En los últimos años, la influencia de China en América Latina ha aumentado, aprovechando la negligencia benigna y los errores de Estados Unidos, lo que ofrece oportunidades y desafíos para sus contrapartes regionales. Ahora, la administración Trump parece dispuesta a volver a intervenir, motivada por las preocupaciones sobre el creciente papel de Beijing. Sin embargo, una estrategia política que combine retórica confrontativa con medidas divisivas puede no sólo distanciar a los socios regionales, sino también afianzar aún más la posición de China.

SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA

Institución de pensamiento e investigación de la interacción entre gobernanza y economía aplicada para avanzar en constructivo y en decisivo sobre el trinomio: bienestar social, progreso económico y sostenibilidad ambiental; en pleno entorno evolutivo sin precedentes desde finales del Siglo XVIII y principios del XIX con la revolución industrial. Fiel a sus principios fundacionales de independencia, apartidismo y pluralidad, el Instituto lidera proactivamente la fusión entre la esencia y la innovación de la liberalización económica, como mejor modelo de afrontar los retos presentes y futuros de país, de Europa y del mundo.

NOTA DE INTERÉS: La información de este comunicado de prensa es un resumen de interés público proveniente de trabajos de análisis e investigación; de grupos y sesiones de trabajo de expertos y/o producción de artículos científicos del Instituto Coordenadas para la Gobernanza y la Economía Aplicada. Los papeles de trabajo y documentos originales y completos son de uso interno y de titularidad exclusiva del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.