El emir de Catar, Tamim bin Hamad al Thani, anunció recientemente que los miembros del Consejo de la Shura, la asamblea consultiva del país, serán elegidos por primera vez mediante elecciones directas en octubre del año que viene. En su discurso, el emir aseguró estar dando pasos importantes para fortalecer las tradiciones del Consejo Asesor de Catar y desarrollar el proceso legislativo a través de una ampliación de la participación pública en consonancia con la Constitución que fue sometida a referéndum en 2003, y aprobada al año siguiente. Se trata de una decisión de amplio impacto geoestratégico en la zona y que pude influir en toda la política futura en la zona del Golfo Pérsico. Un grupo de expertos del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada viene trabajando desde comienzos de 2020 en el alcance de esta decisión y las tendencias que puede marcar, elaborando tres análisis sobre cómo inciden en el escenario político, el económico y el diplomático.
Según la Constitución catarí, la asamblea debe estar formada por 45 miembros de los que dos tercios son elegidos por votación y el resto es nombrado por el emir, pero hasta ahora todos los miembros son designados, incluidas cuatro mujeres en esta legislatura. Este es un paso muy importante en la innovación de su proceso político que ahonda en la democratización de sus instituciones principales, alargando la implicación cívica en la gestión de los asuntos del Estado. Es fundamental que la iniciativa cuente con el mayor respaldo posible, tanto interno como internacional.
Los analistas del Instituto Coordenadas, en el primer debate sobre los escenarios políticos en los que se enmarca esta decisión del emir de Catar, señalan que tan relevante como la democratización de la elección con la celebración de los anunciados comicios es la asunción de más atribuciones políticas por esta institución, algunas tan importantes como la aprobación del presupuesto estatal o el cese de ministros del Gobierno, que hasta ahora ha consultado sus políticas con el Consejo sin que este tuviera la última palabra.
Gobernado por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX, Catar ha experimentado en los últimos 60 años un cambio espectacular que, no obstante, prosigue su ritmo modernizador en los más variados ámbitos. De un pobre protectorado británico conocido principalmente por la producción de perlas se transformó en un estado independiente con importantes ingresos fiscales (hidrocarburos).
El ex emir Hamad bin Khalifa Al Thani, que asumió el poder en 1995, marcó el comienzo de amplias reformas políticas y de los medios, alentando en paralelo una inversión en infraestructuras sin precedentes y un creciente papel de liderazgo regional, en parte a través de la creación de la red árabe de noticias por satélite Al-Jazeera y la mediación en algunos conflictos regionales.
En la década de 2000, Catar resolvió sus antiguas disputas fronterizas con Bahréin y Arabia Saudita y en 2007 había alcanzado ya el ingreso per cápita más alto del mundo. Catar no experimentó disturbios domésticos o violencia como la que pudimos apreciar en otros países del Cercano Oriente y África del Norte en 2011, debido en parte a su inmensa red de mecenazgo y riqueza, mostrando una envidiada estabilidad política y social.
A mediados de 2013, Hamad abdicó pacíficamente, transfiriendo el poder a su hijo, el actual emir Tamim bin Hamad, quien goza de amplia popularidad en la sociedad catarí, que le reconoce su diligencia y capacidad para sortear el embargo económico impuesto por algunos países de la región, pero también por sus esfuerzos para mejorar los sistemas de salud y educación, y por su expansión de la infraestructura en previsión de la celebración en Doha del Mundial de Fútbol 2022. Catar vive una transformación interna y ante el mundo. Los expertos consideran dos valores positivos: la evolución progresiva de la cultura política e institucional en una transición suave, pero no traumática ni violenta y un esfuerzo sin precedentes en el acceso a la educación y a la salud de toda la población, como pilares del crecimiento individual, que dará frutos a medio y largo plazo.
La peculiar idiosincrasia de Catar ha sido objeto de valoraciones, en ocasiones controvertidas, respecto del buen funcionamiento de su sistema, que ahora enfrenta un importante y novedoso reto en una región caracterizada por la debilidad de las instituciones democráticas. Las reformas en curso le sitúan claramente a la vanguardia y servirán de espejo obligado a los demás países de la región.
La seguridad, la libertad económica o la calidad de vida han sido siempre activos muy ponderados en Catar, confiándose en la adopción progresiva de mejoras en otros ámbitos para dar respuesta a una agenda singular en la que sobresalen asuntos como la ciudadanía o la inmigración, la situación de la mujer o el medio ambiente. La sensibilidad oficial en torno a estos tópicos va en aumento, presagiándose novedades en el corto plazo, señala el análisis del Instituto Coordenadas.
La ciudadanía en Catar se hereda únicamente siendo hijo de padre catarí (ius sanguini), y para acceder a ella los residentes tienen que acreditar un mínimo de 25 años de residencia en el país, lo que no implica que ésta se otorgue con facilidad incluso cumpliendo estos requisitos. En Catar las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres y está prohibida la discriminación por género.
Buen ejemplo de esa capacidad de superación en tantos frentes es el reto ambiental. El plan “Visión nacional 2030” que el monarca Al Thani ha elaborado incluye un uso sostenible de los recursos, agua limpia, mayor reciclaje, construcciones con eficiencia energética y reducción de emisiones. Un papel importante se atribuye a las energías renovables: la eólica y, sobre todo, la solar. De ello se está hablando y actuando en serio.
Los analistas del Instituto Coordenadas avanzan que el anuncio de elecciones libres para el próximo año refleja la firme voluntad del emir Tamim para hacer avanzar la democracia y la sociedad catarí, lo cual constituye no solo una demostración expresa del afán de modernización y homologación con los países más avanzados del mundo, sino una garantía de propósito para abordar otros asuntos pendientes de la agenda nacional. En definitiva, un proceso virtuoso que Occidente debe de apoyar.
SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA
Institución de pensamiento e investigación de la interacción entre gobernanza y economía aplicada para avanzar en constructivo y en decisivo sobre el trinomio: bienestar social, progreso económico y sostenibilidad ambiental; en pleno entorno evolutivo sin precedentes desde finales del Siglo XVIII y principios del XIX con la revolución industrial. Fiel a sus principios fundacionales de independencia, apartidismo y pluralidad, el Instituto lidera proactivamente la fusión entre la esencia y la innovación de la liberalización económica, como mejor modelo de afrontar los retos presentes y futuros de país, de Europa y del mundo.
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