La carrera espacial en órbita de nuevo
Análisis, 12 de julio de 2021
China lanzó recientemente la nave espacial tripulada Shenzhou-12, la cual transporta tres astronautas hacia el módulo central de la estación espacial Tianhe para una misión que durará tres meses. La misión de vuelo tiene como objetivo verificar en órbita las principales tecnologías para construir y operar dicha estación. Las tecnologías que se probarán incluyen aquellas relacionadas con la estadía de largo plazo de los astronautas, el reciclaje y el sistema de soporte vital, el suministro de materiales espaciales, las actividades y operaciones extravehiculares, y el mantenimiento en órbita. Esta es la primera misión tripulada durante la construcción de la estación espacial de China. Una operación aparentemente técnica pero que oculta un nuevo y decisivo paso en la carrera espacial, que se pone de nuevo en órbita, según las conclusiones de un debate entre expertos convocados por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.
Con la ayuda de un brazo mecánico, los astronautas realizarán actividades extravehiculares durante un tiempo relativamente largo para realizar una serie de operaciones, incluida la instalación y el mantenimiento de equipos. A su vez, el sistema de transporte espacio-tierra para misiones espaciales tripuladas será probado más a fondo como parte de la misión. La nave espacial tripulada Shenzhou-12, actualizada con respecto a versiones anteriores, tiene nuevas capacidades tales como encuentro y acoplamientos autónomos rápidos, y encuentro y acoplamiento en sentido radial, así como la posibilidad de permanecer acoplada en órbita por hasta 180 días.
Por otra parte, apenas un mes después de que China aterrizara su primer vehículo espacial en Marte, los científicos del país ya tienen planes para explorar Júpiter, el planeta más grande de nuestro Sistema Solar. En suma, China no parece contentarse con el éxito de su primera expedición marciana, sino que continuará sus aventuras interplanetarias.
Para los científicos chinos, estiman los analistas del Instituto, un viaje a Júpiter debe conducir al desarrollo de nuevos inventos y tecnologías, piensan, ya que tal misión requerirá el desarrollo de nuevas técnicas para naves espaciales de mayor duración, mejor seguimiento y control y mejores fuentes de energía, lo que permitirá impulsar considerablemente las capacidades de exploración espacial, en las que China ha experimentado un salto espectacular en los últimos años.
Aunque Júpiter se conoce desde la antigüedad, las primeras observaciones precisas fueron realizadas por Galileo Galilei en 1610 con un pequeño telescopio. La primera nave espacial que lo visitó fue la estadounidense Pioneer 10 en 1973. Desde entonces, al planeta han llegado varias sondas y orbitadores. La misión más reciente fue la de la NASA en agosto de 2011. La nave, llamada Juno, comenzó en una órbita polar del gigante gaseoso en julio de 2016, y ha estado investigando su atmósfera, su estructura más profunda y la magnetosfera en busca de pistas sobre su origen y evolución.
Después de las cinco misiones de lanzamiento de 2021, China planea realizar seis misiones más en 2022, incluyendo el lanzamiento de dos módulos de laboratorio, dos naves espaciales de carga y dos naves espaciales tripuladas, para completar la construcción de la estación espacial. El 29 de abril, China procedió desde Hainan al primero de los once lanzamientos previstos para completar, de aquí a 2022, el montaje en órbita baja -menos de 400 km de altitud- de su estación espacial, bautizada como "Tiangong, Palacio Celestial”. Con un peso total de 66 toneladas, la estación tendrá, cuando esté terminada, el tamaño de la antigua estación rusa MIR, o una quinta parte del tamaño de la estación internacional (ISS), a la que los astronautas chinos no tienen acceso tras un decreto del Congreso que prohíbe a la NASA cooperar con China. Esta circunstancia fue lamentada por muchos científicos estadounidenses. El Congreso arguye la hostilidad de Beijing hacia Estados Unidos, la fuerte implicación del ejército en los programas, así como los riesgos de captación de tecnologías y conocimientos técnicos, poniendo en peligro la supremacía estadounidense adquirida en los últimos 40 años.
El hecho es que China, insisten los analistas del Instituto, está avanzando en sus proyectos espaciales (posicionamiento por satélite, exploración de la Luna, misión a Marte y estación espacial), que está convirtiendo en los emblemas de su poder, con una determinación inquebrantable.
Para la que será su estación espacial, ya ha elaborado una lista de científicos rusos, japoneses e indios. Lo completarán investigadores de países menos desarrollados como Kenia, México y Perú, a los que la Agencia Espacial china anima a proponer proyectos en colaboración con países que ya tienen experiencia espacial.
El trabajo de investigación realizado a bordo de la estación duplicará el realizado a bordo de la estación internacional. Abarca desde la mecánica de fluidos y la astrofísica, hasta el efecto de la gravedad y la radiación espacial en el ADN de los organismos humanos, pasando por el comportamiento del fuego y el vasto campo de la biología en el espacio.
Otro proyecto llamado Polar-2 experimentará con un sensor para explorar la naturaleza de los "estallidos de rayos gamma" que los astrofísicos consideran como las explosiones más violentas del Universo desde el Big Bang.
Hay una profusión de proyectos espaciales, incluido el de una base en la Luna, tanto en las intenciones estadounidenses como chinas. Estos proyectos apuntan a una dura competencia en el espacio, que ensombrece el futuro de la supervivencia de la ISS, que tanto los rusos como los estadounidenses dicen que abandonarán. Dentro de unos años, la estación china podría ser la única en liza, estiman los expertos del Instituto que han debatido esta cuestión.
La indefinición sobre el futuro de la ISS, cuya desaparición pondría fin a más de 20 años de virtuosa cooperación entre humanos -en particular rusos y estadounidenses- en el espacio, está rodeada de una profusión de anuncios de proyectos espaciales, desarrollados por numerosos actores estatales o privados.
Van desde el proyecto Artemis de la NASA, en cooperación con la Agencia Espacial Europea y actores privados, que pretende instalar una base permanente en la Luna, hasta los proyectos de viajes comerciales de una profusión de nuevos actores, en su mayoría estadounidenses (entre otros, SpaceX, Virgin Galactic, Blue Origin, Bigelow Aerospace).
También figuran en la lista los proyectos de telescopios espaciales europeos y estadounidenses, la misión Gaganyaan, la primera misión espacial tripulada de la India; SLIM (Smart Lander for Investigating Moon), un módulo lunar desarrollado por Japón; Rosalind Franklin (antes ExoMars), un robot de exploración de Marte construido por una cooperación ruso-europea (aplazado hasta 2022), y Mangalyaan 2, la segunda misión de exploración de Marte de la India.
Por último, una nueva empresa privada estadounidense de vuelos espaciales llamada Axiom Space tiene en sus cajones su propia estación espacial, que planea acoplar primero a la ISS. Axiom tiene previsto conectar su primer módulo en 2024. A partir de entonces, se acoplarían algunos más. La idea es que una vez que todos los módulos estén unidos a la ISS, sean completamente autónomos y se desprendan de ella entre 2028 y 2030.
SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA
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