El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada ha creado un grupo de debate entre expertos de diferentes disciplinas para elaborar pensamiento sobre Nuevas Perspectivas para un Mundo Diferente, que cambia a velocidad de vértigo por los efectos de la actual pandemia. En una nueva entrega de los resultados este debate, se analizan las opciones de futuro a las que se enfrentan dos gigantes latinoamericanos como Brasil y México. El futuro de ambos países importa en el mundo y muy especialmente en su región. Sumadas, ambas economías representan el 65 por cien del PIB de América Latina, líder mundial del crecimiento de la pandemia del Covid-19, con datos catastróficos.
Más devotos de misiones redentoras que de planes racionales, coinciden los analistas del Instituto Coodenadas, los líderes de ambos países, Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cumplieron su primer año de mandato con balances controvertidos. Para muchos, demostraron no saber encajar las críticas ni aceptar errores, apuntando a modelos de gestión personalista del Estado con exaltación compartida del culto al líder. Ambos de perfil un tanto mesiánico, si sus ambiciosos planes daban cierta impresión de improvisación, la pandemia ha bifurcado caminos, diferentes ya en sus orígenes: Bolsonaro apuntaba al coqueteo con la ultraderecha, AMLO, al frente del primer gobierno de izquierda en la historia mexicana, soñaba una “cuarta transformación” con el anhelo de resolver las profundas brechas económicas y sociales del país.
Brasil, camino de la UCI
La falta de consistencia en la respuesta a la crisis epidémica está sacudiendo la política brasileña. En un primer momento fue la renuncia del ministro y ex magistrado Sergio Moro quien dio pistas del progresivo aislamiento del presidente. La gestión del COVID-19 pasó a enfrentarle con los poderes federales y con gobernadores y medios de comunicación, dejando a la milicia como su principal sostén. Con dos ministros de salud dimitidos (Luiz H. Mandetta y Nelson Teich) en menos de un mes, la prestigiosa revista The Lancet, señalaba al presidente como la mayor amenaza para contener la pandemia. A ello cabe sumar la trascendencia de sus intentos de interferir en la jefatura de la Policía Federal poniendo en riesgo la independencia de la institución. La justicia investiga si Carlos Bolsonaro, hijo del presidente, está detrás de una red de difusión de noticias falsas.
En el Parlamento, su rechazo de la “vieja política” se ha traducido en el apoyo seguro de tan solo unos 40 diputados propios y apenas 2 senadores de 81. Esa es la base parlamentaria de su formación Alianza por Brasil, formada tras romper con los liberales del PSL. En las últimas semanas ha intentado aproximaciones al Centrão, que agrupa a parlamentarios de derecha y centroderecha que suman unas 200 bancadas. De asegurarlo, este apoyo le ofrecería un importante respiro. Al menos por un tiempo.
Paradójicamente, pese a sus provocaciones constantes desoyendo las recomendaciones de su propio gobierno y de la OMS a propósito del COVID-19, el capitán en la reserva Bolsonaro conserva cierto apoyo social, superior al 30 por ciento según varios estudios demoscópicos, aunque casi un 40 por ciento lo considera un presidente pésimo. Nada parece hacer mella en sus acólitos más feroces. Esto desaconseja, por el momento, el inicio de un impeachment, a la espera probablemente de lo que acontezca en las elecciones municipales de otoño.
En los comicios celebrados en 2018, Bolsonaro obtuvo el 46 por ciento en la primera y el 55 por ciento en la segunda vuelta, capitalizando y aglutinando el sentimiento anti-Lula, con un discurso de outsider político y blandiendo el flagelo contra la corrupción. El núcleo más fiel y más ideologizado (Abraham Weintraub, Damares Alvez y Ernesto Araujo) se complementa con el ala militar, que cuenta con 9 ministerios, incluido Walter Fraga, número dos del ejército, ministro de la Casa Civil, con creciente influencia, para algunos superior ya a la ejercida por Paulo Guedes, el hombre fuerte del ala económica.
Si 2019 cerró con un crecimiento del 1,1 por ciento del PIB, este año será mucho peor, por lo que la prosperidad prometida se antoja un sueño inalcanzable. La deuda pública, que en 2019 cerró por debajo del 76 por ciento del PIB, puede superar este año el 90 por ciento, según el secretario del Tesoro, Mansueto Almeida.
A ello hay que sumar las críticas a su política exterior. En una dura carta abierta suscrita por el ex presidente Henrique Cardoso y varios ex ministros de Relaciones Exteriores se acusa a Bolsonaro de subordinación a un gobierno extranjero cuya estrategia es promover su propio interés por encima de todo, de colapso de la credibilidad, de alentar la pérdida de mercados y la fuga de capitales. Además, su dejación de la integración regional para avalar aventuras intervencionistas y allanar el camino a potencias extra regionales, dicen, es objeto de burla y repulsa.
México, lindo pero errático
En un contexto político de mayor estabilidad, AMLO debe lidiar con una agenda marcada por la seguridad, la economía y la política exterior. Si bien incluso los críticos le reconocen ciertos avances en materia social, el problema de seguridad sigue siendo mayúsculo. Su estrategia, basada en la creación de la Guardia Nacional, el abandono de las operaciones militares y el desarrollo de programas sociales, por el momento no ha dado los resultados esperados. Más de la mitad de los mexicanos aprueban su gestión, con números mejores que los de sus predecesores, aunque acusa cierto desgaste, evolucionando en porcentajes del 82 inicial al 57 actual.
Durante su campaña por la presidencia, López Obrador propuso como meta lograr tasas de crecimiento del PIB superiores al 4 por ciento anual que aseguró contrastarían con un promedio del 2 por ciento de los últimos 30 años. Pero cerró 2019 con un ligero retroceso de 0,1 por ciento, lo que significó el primer revés en una década. Las afectaciones generadas por la pandemia hicieron disminuir en 40,9 por ciento las exportaciones mexicanas en abril y según el Instituto Nacional de Geografía y Estadísticas, la economía mexicana se contrajo un 2,2 por ciento en el primer trimestre de 2020, cuando aún no se habían tomado las medidas adoptadas en abril y mayo para contener la propagación del virus. Con una economía estancada, en parte por el complejo contexto internacional pero igualmente por causa de la política de austeridad que llevó a la cancelación de importantes contratos de servicios y de obra pública, la inversión, inflación o desempleo presentan márgenes esperanzadores.
México ha suscrito 12 tratados de libre comercio con casi cincuenta países pero concentra más del 80 por ciento de su comercio exterior con EEUU. Del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuya renovación debe entrar en vigor el 1 de julio de 2020, depende un 25 por ciento de su PIB. Tras su firma, en Brasil se despacharon a gusto acusando al país azteca de “renunciar a la identidad latinoamericana”.
AMLO recogió ese guante y promueve una política exterior que milita a favor de la integración regional, insinuando el relevo de Brasilia en tal empeño. Pero tampoco puede dejar de atender a la relación con EEUU., con quien los acuerdos migratorios y los aranceles se antojan las dos caras de una misma moneda.
Ante la pandemia, en México la sociedad fue más diligente que el propio gobierno que, al igual que en Brasil, menospreció su importancia. Entre risas, AMLO pedía abrazos en vez de distancia social. Pero dicha actitud, motivada por el temor a las consecuencias políticas y sociales de la parálisis económica al carecer de una red suficiente de protección, por fortuna se cambió a tiempo, recomendando el auto confinamiento cuando le vio las orejas al lobo. Aun así, no evitó convertirse en uno de los países más golpeados en la región.
Populismos e inestabilidad
Tras la conclusión, a finales de 2015, del ciclo político de giro hacia la izquierda en la región, la decadencia de los partidos tradicionales y la desconfianza respecto a lo público por causa de la corrupción, dio alas a populismos de diverso signo cuya gestión ofrece dudas y preocupaciones por su efecto en la estabilidad regional.
El destacado papel de los presidentes, a menudo excesivo, refuerza su figura personal pero ello va en detrimento de la institucionalidad. Brasil y México, dos gigantes en apuros, ameritan estos peligros.
SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA
Instituto de pensamiento e investigación de la interacción entre gobernanza y economía aplicada para avanzar en constructivo y en decisivo sobre el trinomio: bienestar social, progreso económico con justicia social y sostenibilidad ambiental; en pleno entorno evolutivo sin precendentes desde finales del Siglo XVIII y principios del XIX con la revolución industrial. Fiel a sus principios fundacionales de independencia, apartidismo y pluralidad, el Instituto lidera proactivamente la fusión entre la esencia y la innovación de la liberalización económica, como mejor modelo de afrontar los retos presentes y futuros de país, de Europa y del mundo.
NOTA DE INTERÉS: La información de este comunicado de prensa es un resumen de interés público proveniente de trabajos de análisis e investigación; de grupos y sesiones de trabajo de expertos y/o producción de artículos científicos del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada. Los documentos originales y completos son de uso interno y de titularidad exclusiva del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.