África lidia con una abultada deuda externa
Análisis, 21 de marzo de 2024
Durante décadas, los países africanos han dependido en gran medida de préstamos e inversiones extranjeras para financiar su desarrollo económico y social. Sin embargo, la acumulación de deuda externa en muchos países africanos ha generado preocupaciones sobre su capacidad para gestionar sus obligaciones financieras, así como sobre el impacto negativo en el crecimiento económico y el bienestar de sus ciudadanos.
La deuda externa africana es el resultado de una combinación de factores, que incluyen la dependencia de materias primas, la inestabilidad política, la mala gestión económica, la corrupción y las crisis económicas y financieras. Durante las décadas de 1970 y 1980, muchos países africanos contrajeron préstamos masivos de instituciones financieras internacionales y gobiernos extranjeros para financiar proyectos de infraestructura, industrialización y desarrollo social. Sin embargo, en muchos casos, estos préstamos no se utilizaron de manera efectiva y eficiente, lo que llevó a un aumento significativo de la deuda externa.
La crisis de la deuda africana alcanzó su punto máximo en la década de 1990, cuando varios países africanos se vieron incapaces de cumplir con sus obligaciones de deuda y se vieron obligados a recurrir a programas de ajuste estructural a instancias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Estos programas, que incluían medidas de austeridad, liberalización económica y privatización, tuvieron un impacto controvertido en las economías africanas y en el bienestar de sus poblaciones, especialmente en virtud del crecimiento de la pobreza y la desigualdad.
En los últimos años, la deuda externa africana ha vuelto a aumentar, en parte debido a la financiación de proyectos de infraestructura y desarrollo a gran escala financiados por gobiernos extranjeros y empresas estatales chinas. China se ha convertido en uno de los mayores prestamistas a países africanos, proporcionando préstamos en condiciones favorables para financiar proyectos de infraestructura como carreteras, ferrocarriles, puertos y centrales eléctricas. Si bien estas inversiones pueden contribuir al desarrollo económico y mejorar la infraestructura en África, también han generado preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda y la dependencia de China en muchos países africanos.
La gestión de la deuda externa africana presenta incógnitas significativas para los países africanos y la comunidad internacional. En primer lugar, muchos países africanos enfrentan dificultades para cumplir con sus obligaciones de deuda debido a los altos niveles de endeudamiento, los bajos ingresos fiscales y la falta de capacidad para generar ingresos por exportaciones. Esto ha llevado a una mayor dependencia de la ayuda exterior y a una reducción de la inversión en sectores clave como la salud, la educación y la infraestructura.
En segundo lugar, la deuda externa africana plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad financiera y el riesgo de crisis de deuda en la región. Si los países africanos no pueden cumplir con sus obligaciones de deuda, podrían enfrentar dificultades para acceder a nuevos préstamos y experimentar una crisis financiera y económica grave. Además, la deuda externa africana puede limitar la capacidad de los países africanos para invertir en el desarrollo económico sostenible y reducir la pobreza a largo plazo.
En tercer lugar, la gestión de la deuda externa africana requiere una mayor transparencia, responsabilidad y cooperación entre los países africanos y la comunidad internacional. Es fundamental que los países africanos implementen políticas económicas y fiscales sólidas para garantizar una gestión eficaz de la deuda y evitar la acumulación excesiva de deuda en el futuro. Además, la comunidad internacional debe brindar apoyo y asistencia técnica a los países africanos para mejorar la gestión de la deuda y fortalecer sus capacidades institucionales.
La crisis ya está aquí
Si bien las tasas de interés globales nunca han alcanzado niveles tan altos en cuatro décadas y muchos títulos de deuda emitidos por países africanos vencen el próximo año, Global Sovereign Advisory –al igual que el Banco Mundial en su Informe de Deuda Internacional 2023– hace sonar la alarma: según su criterio, la crisis ya está aquí.
En noviembre de 2020, Zambia fue declarada oficialmente en default, incapaz de pagar su deuda externa. Desde entonces, las negociaciones con sus acreedores han sido noticia periódicamente. Si bien se ha alcanzado un acuerdo con el principal, China, aún no se ha firmado ninguno con acreedores privados. Ghana se encontró en la misma situación ya en diciembre de 2022.
Hoy en día, la situación en otros países es particularmente preocupante. Etiopía ya ha anunciado que no podrá reembolsar parte de su bono soberano de miles de millones de dólares que vence en 2024. Túnez también tiene un perfil de riesgo ya que deberá refinanciar el 30% de su deuda el próximo año. La misma preocupación afecta a Egipto o Namibia: en ambos casos, los importes acumulados a refinanciar en 2024 y 2025 superarán el 20% de su PIB.
El servicio de la deuda pesa cada vez más en los presupuestos de los países africanos, obstaculizando las perspectivas de desarrollo del continente. Por ejemplo, Kenia ahora dedica el 60% de su presupuesto a pagar sus préstamos.
Según la consultora Global Sovereign Advisory, en un informe publicado el 14 de diciembre, recuerda que en trece años, la deuda pública de África se ha duplicado, pasando del 31,9% del PIB de media en 2010 al 62,5% del PIB.
Por lo tanto, los países africanos deben trabajar para encontrar maneras de capear la tormenta, en particular gracias al apoyo de los donantes internacionales, con el FMI a la cabeza, esperando una mejora en el frente de la refinanciación a medio plazo. Sin embargo, una reducción de los tipos de interés no parece estar en la agenda hasta al menos mediados de 2024.
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